Los auditores deben considerar que los procedimientos de auditoría se apliquen de forma remota.
Hay esfuerzos para fortalecer las herramientas tecnológicas e implementar el teletrabajo.
Es clave determinar si los medios de selección de elementos sobre los que se realizarán las pruebas serán eficaces.
Los auditores deben considerar que los procedimientos de auditoría se apliquen de forma remota.
Hay esfuerzos para fortalecer las herramientas tecnológicas e implementar el teletrabajo.
Es clave determinar si los medios de selección de elementos sobre los que se realizarán las pruebas serán eficaces.
Cándida E. Muñoz Martínez, miembro de la Asociación Interamericana de Contabilidad –AIC–, indica que la evidencia de auditoría es la base que sustenta la opinión del auditor, y se plantea el siguiente interrogante: ¿cómo obtener evidencia suficiente y adecuada en tiempos de teletrabajo? La respuesta la plantea en su artículo La evidencia de auditoría en tiempos de teletrabajo, publicado por la AIC.
Entre las Normas Internacionales de Auditoría –NIA– que hacen referencia a la evidencia están las 500-599 – Evidencia de auditoría. Explica que las NIA son muy claras al establecer que la evidencia de auditoría debe ser:
«La evidencia de auditoría comprende la información que sustenta las afirmaciones, y también la información que la contradice (NIA 500). Se puede obtener al aplicar procedimientos de verificación, análisis, revisión, reejecución, confirmaciones de terceros, informes de analistas y datos de referencia, que permiten determinar la congruencia y concordancia entre los registros contables y los estados financieros», explica Muñoz Martínez.
Ante la posibilidad de contagio por el COVID-19, el aislamiento que originó y el hecho de que muchos profesionales tuvieron que trabajar desde casa de forma remota, los auditores tuvieron que analizar rápidamente las opciones que tenían disponibles para obtener la evidencia suficiente y adecuada que redujera el riesgo de expresar una opinión inadecuada de los estados financieros, ante la posibilidad de incorrecciones materiales por fraude o error, teniendo en cuenta las circunstancias actuales.
Por varios meses no era una opción trasladarse a las oficinas del cliente para realizar los procedimientos de auditoría planificados.
«El compromiso ético y el cumplimiento de los elementos del sistema de control de calidad de las firmas movieron a los auditores a realizar todos los esfuerzos necesarios para adquirir o fortalecer las herramientas tecnológicas de las cuales se disponía, para implementar el teletrabajo», dice Muñoz Martínez.
En línea con lo anterior, los esfuerzos se centraban en determinar el hardware, software e internet requeridos para iniciar o continuar los trabajos de auditoría bajo esta modalidad, tomando en cuenta la disponibilidad de los recursos necesarios para la inversión que esto representa, ante una situación económica mundial incierta.
Una vez superado lo anterior, explica el artículo, el auditor procede a realizar los ajustes necesarios en la estrategia y el plan, considerando que los procedimientos de auditoría ahora se deben aplicar de forma remota.
Ella explica que, según la NIA 500, para obtener evidencia, el auditor debe determinar si los medios de selección de los elementos sobre los que se realizarán las pruebas serán eficaces para lograr la finalidad de los procedimientos. La fiabilidad de la evidencia depende de su origen, naturaleza y la forma en que se obtiene.
Otro aspecto que se debe considerar son las políticas de conservación de información electrónica.
«Algunas entidades, por el volumen de informaciones y/o operaciones que realizan, después de cierto período de tiempo, la información financiera no puede ser recuperada y no existen copias de seguridad», explica Muñoz Martínez.
El conocimiento de la entidad y su entorno; la evaluación, valoración y respuestas a los riesgos; y el juicio profesional serán las bases para que el auditor pueda dar respuesta a estas interrogantes.
Para ella, siempre ha existido y existirá la duda razonable sobre la fiabilidad de la información ante el riesgo de incorrección material por fraude.
«La característica del fraude es la intención, y de intenciones está lleno el mundo. De igual forma, siempre ha existido y existirá el riesgo inevitable de que no se detecten incorrecciones materiales, aunque la auditoría se planifique y ejecute de conformidad con las NIA», afirma.
Muñoz Martínez dice que no se puede perder de vista que el cambio es la vía por la cual obtenemos la información y aplicamos los procedimientos de auditoría. Esto nos hace reflexionar sobre el conocimiento de la tecnología relevante en nuestro trabajo, así como en la capacitación de nuestro equipo en la aplicación de dicha tecnología.