Por materialidad se entienden los errores u omisiones en la estructura financiera de una compañía. El auditor debe evaluar el cumplimiento de este principio prestando atención al espacio donde actúa la organización y analizando los efectos de tamaño, naturaleza del error o la combinación de los dos.
Un auditor puede considerar que existe poca importancia relativa en los casos donde un hecho sujeto a reconocimiento sea trivial, ya que esta condición es ambivalente y está sujeta al criterio profesional del auditor.
En virtud a los criterios expuestos, el auditor de la información financiera bajo los nuevos estándares internacionales está obligado a evaluar como un todo el cumplimiento de la materialidad de los estados financieros, es decir, analizados en su conjunto.
Así mismo, también deberá hacerlo al nivel o niveles de clases particulares de transacciones. Deberá determinar la importancia relativa, preferiblemente, de cada uno de los movimientos de la organización en el curso normal de sus operaciones. Una operación con dicha importancia tendrá materialidad y, por tanto, necesidad de ser reconocida, medida, presentada y revelada oportuna y fielmente en los informes financieros.
En ese sentido, el auditor confirmará la materialidad de los saldos o las revelaciones, y un monto o montos inferiores al nivel de materialidad ya establecido en el manual de políticas contables de la compañía, con el fin de evaluar los efectos de los riesgos a los que se enfrenta la empresa, y así diseñar los procesos y procedimientos idóneos para responder a estos.