Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
El artículo 1614 del Código Civil, señala que el lucro cesante se entiende como “la ganancia o provecho que deja de reportarse a consecuencia de no haberse cumplido la obligación, o cumplido imperfectamente, o retardado su cumplimiento”.
En otras palabras el lucro cesante es la ganancia, la renta, el dinero y, en general, cualquier beneficio que una persona deja de recibir a causa de un daño que se le ha generado, cuyo efecto negativo va en detrimento de su crecimiento patrimonial neto; es decir, en condiciones normales y sin la ocurrencia de algún suceso imprevisto, la persona seguiría percibiendo ganancia sin ningún inconveniente; no obstante, por causa del evento que le generó el daño, la persona dejará de recibir determinados beneficios; por ende, quien ocasionó el daño será responsable de pagar una indemnización al perjudicado, tomando como base una valoración al daño causado.
Cuando se presentan este tipo de situaciones se suele acudir a un perito, quien es el encargado de hacer la valoración de los perjuicios económicos por el daño, ya sea a una sociedad, a un comerciante individual, a un profesional, a un particular, etc.
Cabe mencionar que al momento de hacer la valoración del lucro cesante, se debe tener presente que los beneficios que se van a percibir no se originan de un hecho que ya se haya concretado, sino que se debe analizar la razonabilidad de que el mismo pueda ocurrir en el futuro. Por tal razón, la jurisprudencia normalmente exige un rigor o criterio restrictivo en la valoración de la prueba de la existencia del lucro cesante y, sobre todo, del valor correspondiente a dicho daño, teniendo en cuenta que el lucro cesante no se remite a un hecho que ya ocurrió, sino que toma como base las señales de que realmente dicho lucro se podía concretar en el futuro.
Fundada en el año 2000 con la misión de “elevar el nivel profesional del Contador Público”
