Factores idiosincráticos, como la predominancia de la autoridad patriarcal o bajos niveles de educación financiera impiden una mayor inclusión de mujeres en el sistema financiero, quienes registran menores indicadores de mora y tienen un perfil de pago más confiable en comparación con los hombres.
Factores idiosincráticos, como la predominancia de la autoridad patriarcal o bajos niveles de educación financiera impiden una mayor inclusión de mujeres en el sistema financiero, quienes registran menores indicadores de mora y tienen un perfil de pago más confiable en comparación con los hombres.
El acceso de las mujeres adultas colombianas a los servicios financieros ha aumentado en los últimos años, pero todavía existen retos por superar. Esta es una de las conclusiones que resalta el Reporte de inclusión financiera 2018, presentado el 12 de junio de 2019 por la Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera.
En 2018 el indicador de inclusión financiera de los hombres fue del 82,6 %, comparado con un 80,0% de las mujeres; una diferencia de casi tres puntos porcentuales. Adicionalmente, al utilizar datos de las encuestas de demanda realizadas por la Superfinanciera y Banca de las Oportunidades, la brecha se acentúa, alcanzando los 20 puntos porcentuales en la medición de 2017. Lo mismo ocurre con el Global Findex de 2017 del Banco Mundial, en el que la brecha de género para Colombia fue de 10 puntos.
Las diferencias registradas entre la información de la oferta y la demanda podrían estar explicadas, entre otros factores, según el reporte, por dinámicas idiosincráticas, como la predominancia de la autoridad patriarcal o por bajos niveles de educación financiera, que llevan a que a las mujeres no reconozcan como propia la tenencia de sus productos financieros.
Los montos promedio desembolsados a mujeres fueron inferiores a los de los hombres para todas las modalidades de crédito. En cuanto al microcrédito, esta cifra fue de 4,8 millones de pesos para ellos y de 4,0 millones de pesos para ellas. Por su parte, en términos del crédito de consumo, el monto promedio desembolsado a hombres fue de 1,2 millones de pesos y a las mujeres fue $950.000. Finalmente, a los hombres se les desembolsó en promedio unos115,5 millones de pesos para compra de vivienda, mientras que, en el caso de las mujeres, esta cifra fue de 99,8 millones de pesos.
Entre los factores que explican la brecha de género en el indicador de inclusión financiera se encuentran los problemas de inserción al mercado laboral de las mujeres. Ellas registran menor ocupación, menor participación, salarios más bajos y mayores tasas de desempleo.
«Esta situación incide en el acceso a servicios financieros, porque, por un lado, las cuentas de ahorro, la puerta de entrada al sistema financiero, se abren principalmente de manera inducida o por sugerencia de sus empleadores en más de la mitad de los casos. Por el otro, la estabilidad y formalidad de los ingresos es uno de los factores determinantes de aprobación de créditos», explica el reporte.
Aunque se presenta una brecha generalizada a favor de los hombres, ciertos productos han sido utilizados mayoritariamente por las mujeres. Los CDT y los depósitos electrónicos fueron adquiridos en su mayoría por mujeres, las cuales tenían la titularidad del 63,7 % y el 54,7 % de estos, respectivamente.
Aunque las mujeres adultas acceden menos a los créditos formales que los hombres, tanto en número como en monto, registran indicadores de mora menores. A diciembre de 2018, el porcentaje de mujeres con productos de crédito en mora de más de 30 días fue del 8,9 %, mientras que el de los hombres fue del 10,5 %.
«En general, esta diferencia a favor de las mujeres adultas se mantiene para los distintos rangos de edad, donde la brecha más amplia está en el grupo compuesto por los adultos con edades entre los 51 y 55 años», indica el reporte.
La reducción de las disparidades de género es un reto y resulta prioritario para consolidar en el país un entorno de crecimiento económico. Promover el acceso a servicios financieros formales con un enfoque de género amplifica los efectos que la inclusión financiera tiene sobre el bienestar.
«Se ha concluido que las mujeres maximizan los beneficios del acceso a microcréditos sobre la comunidad, porque, en comparación con los hombres, tienen perfiles de pago más confiables y tienden a invertir las ganancias de sus negocios y emplear los ahorros en formas que tienen un impacto más duradero y significativo sobre la calidad de vida de sus familias», describe el reporte.