Eliana Zárate, abogada de asuntos legales de BDO Colombia, afirma en entrevista con Actualícese que en el país estamos frente a dos modelos pensionales incompatibles, pues los fondos privados velan por sus propios intereses, mientras Colpensiones responde al Estado, lo que se traduce en desigualdad.
Eliana Zárate, abogada senior de asuntos legales de BDO Colombia, dice que en el tema de las pensiones altas para unos pocos, todo pasa por la cultura de clientelismo y la corrupción, ya que existen intereses mezquinos que afectan el gasto social y que hacen que la brecha de igualdad sea más grande.
Para empezar se debe destacar el hecho de que es vital que se formalice en su totalidad la clase trabajadora. Actualmente existe un número mayor de trabajadores frente a los que están afiliados a algún fondo de pensión, y a esto se le debe sumar la dinámica propia de la sociedad, pues la pirámide poblacional en forma de triángulo de hoy está adoptando forma de barril. También ocurre que el número de nacimientos será muy similar e inferior al de las personas de 40 y 60 años, y los índices de longevidad están incrementando.
Hoy, la relación que existe entre lo que se cotiza frente a lo que se recibe no es proporcional. Se requiere que las pensiones sean tan flexibles como el mercado laboral: que, así como uno tiene relaciones de trabajo atípicas, a medio tiempo, por períodos breves o como independiente, pueda decidir también cuando llegue a la edad de pensión si retira todo el ahorro, una parte o si sigue cotizando.
Con lo anterior sería posible incentivar el ahorro y convertirlo en un hábito de la mayoría de los trabajadores, siempre y cuando ello no implique un cambio definitivo en su estilo y nivel de vida, pues se les facilitaría el acceso y estaríamos más cerca de que más personas ingresen al sistema pensional, y que las que actualmente están cotizando se mantengan, especialmente si se concientizan frente a la importancia del ahorro para la vejez.
La inequidad radica en la fuerte competencia que existe entre los dos regímenes, esto es, entre el régimen de prima media –RPM– y el régimen de ahorro individual con solidaridad –RAIS–, pues la mayor parte de los subsidios está dedicada a las pensiones de mayor valor que, obviamente, pertenecen a las personas de más altos ingresos, y además porque dos personas con iguales perfiles de aporte al sistema obtienen diferentes beneficios, por lo que la posibilidad de obtener una pensión en cada régimen es muy diferente.
Mientras sea posible inculcar y estabilizar el hábito de ahorro en los usuarios del sistema, es necesario mantener vigente el debate en materia pensional, en especial el tema del aumento de la edad, o por lo menos dejar establecido que la misma debe actualizarse de manera sistemática y periódica de acuerdo con parámetros demográficos. Lo anterior teniendo en cuenta el promedio del salario de toda la vida laboral para calcular el ingreso base de liquidación de la mesada.
Considero que en este aspecto, lo que más nos afecta es la cultura de clientelismo y la corrupción, pues existen intereses mezquinos de unos pocos que afectan el gasto social efectivo y además ya hay muchas pensiones estrambóticas y subsidios injustificados que hacen más grande la brecha. Sin embargo, es posible aplicar medidas enfocadas a impulsar la atención infantil y educación temprana de buena calidad, empoderar a los jóvenes desfavorecidos facilitándoles el acceso a la vida laboral y, de esta manera, la calidad de vida.
Reformas pensionales sí se han hecho en nuestro país. De hecho, se han hecho varias. No obstante, considero que se han enfocado en aumentar los requisitos, especialmente lo relacionado con la edad, sin abarcar aspectos que permitan superar la desigualdad actual del sistema, ni problemas estructurales de informalidad laboral, ni la sostenibilidad financiera del régimen público, y mucho menos el incremento de la cobertura pensional para precaver los riesgos de pobreza en adultos mayores.