Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Las tres “P” que debería perseguir el contador


Desde mi punto de vista personal, el ejercicio de cualquier profesión, incluida la Contaduría Pública, siempre debería estar orientada a que a lo largo del tiempo el individuo pueda alcanzar un crecimiento en tres campos distintos e importantes: el Personal, el Profesional y el Patrimonial.   

Habrá un crecimiento Personal si en el lugar de trabajo existen buenas relaciones con la mayoría de las personas que lo rodean y el profesional se esfuerza por estar atento en ayudar a quienes lo necesiten compartiendo sin mezquindad sus talentos y habilidades, a la vez que muestra humildad para ser agradecido con aquellos que le ayuden a mejorar en los defectos que todos tenemos en nuestras conductas. 

Habrá un crecimiento Profesional si en el lugar de trabajo se le permite ir escalando en posiciones con las cuales se enriquezca su conocimiento y experticia. Pero para que ello sea posible es el mismo profesional el que tiene que tomar la iniciativa dando demostraciones de su interés en escalar lo cual se evidencia si en cada trabajo que le asignen, por pequeño que sea al comienzo,  pone al servicio sus verdaderas capacidades y dotes profesionales. 

Igualmente pienso que solo habrá crecimiento Profesional si nos interesamos voluntariamente, y no por obligación, en la tarea de  estarnos  actualizando y aumentando nuestros  conocimientos mediante invertir tiempo y dinero (según las circunstancias de cada quien) en capacitaciones, adquisiciones de publicaciones o asistencias a seminarios.  

Por último, y como consecuencia lógica del crecimiento en los dos campos anteriores, es de esperarse que el profesional también logre alcanzar un crecimiento Patrimonial (es decir,  poder tener mejores recursos económicos que le permitan tener una mejor calidad de vida). Pero para ello hace falta también que el  profesional aprenda a valorar la calidad de su trabajo y hacer correctas negociaciones del valor de sus salarios u honorarios de acuerdo con el tiempo que dedicará al trabajo, la profundidad con que hará el mismo y la cantidad de personas que tendrá que subcontratar para realizarlo, entre otros. Si se equivoca en este punto, y “regala” su trabajo, es allí entonces donde no solo el profesinal como individuo, sino el gremio de los mismos profesionales, terminan siendo subvalorados por la sociedad 

Feliz es entonces el profesional que al pasar los años siente que ha tenido la oportunidad de ir logrando el crecimiento en estos tres campos.

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