Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Las universidades son responsables de la percepción estética de sus estudiantes sobre la contabilidad y la contaduría – Hernando Bermúdez Gómez


Con frecuencia tenemos estudiantes que no están seguros de haber escogido correctamente su carrera. Poco pueden leer sobre la belleza de la contabilidad, sobre la importancia de la contaduría y, en cambio, es usual encontrar escritos puntualizando posiciones, rechazando posturas y demandando comportamientos. En su juventud (16, 17 o 18 años, por lo general) necesitan tener seguridades, por lo que aborrecen que las cosas sean confusas.

Recientes estudios, a los que se refiere Sean McCabe en su artículo Almost half of accounting students fear they could choose wrong job, confirman que, de la misma manera, los próximos a graduarse o los recién egresados experimentan angustia sobre si podrán conseguir un trabajo que les guste y en el cual puedan permanecer. McCabe, citando un trabajo de Accountemps, resalta que muchos jefes encuentran en sus nuevos empleados deficiencias tales como:

“(…) Consistently coming in late *Not showing up for work at all *Not following company policies *Making errors in their work *Not asking for help *Being rude to customers *Not paying attention to detail *Sharing office-related information on social media *Spending too much time on personal devices *Not living up to claimed qualifications (…)”

Adicionalmente, encontramos con frecuencia contadores que se quejan de lo difícil que es su profesión y muchos que han resuelto bajar las exigencias éticas y ampliar la tolerancia, a fin de disminuir la tensión con los clientes.

Las universidades son responsables de la percepción estética de sus estudiantes sobre la contabilidad y la contaduría. Al pasar de un período a otro, el alumno debería aumentar su apego por la carrera. Como todos intuimos, se requiere de profesores verdaderamente enamorados de la profesión, para que, viendo su felicidad, los estudiantes procuren gozar con lo que estudian.

Las universidades y las firmas de contadores deben enseñar a los aspirantes al título a trabajar. El primer jefe determina muchas de las conductas que un profesional va a observar toda su vida. Aunque la deserción es muy alta, hay una diferencia inmensa entre los próximos a graduarse que pasan por una firma de contadores organizada y los que no. Solo son buenos los patronos o clientes que le enseñan a uno a trabajar.

Sobre la decepción, la frustración, la tristeza, la incomodidad o la resignación que experimentan muchos profesionales, hay que invitarlos a eventos en los cuales se respire alegría, entusiasmo, ánimo, en que se tengan muchas intenciones y se desee cada día ver mejores horizontes. Como enseña la sabiduría popular, “al que anda entre la miel, algo se le pega”.

Los grupos de estudio y los proyectos sociales son dos instrumentos en los cuales los profesionales pueden encontrar razones para amar su profesión. Hay muchos más. No hay que inventarlos, solo imitarlos. Es mejor construir que destruir, es mejor unir que dividir, es mejor admirar que cerrar los ojos.

Hernando Bermúdez Gómez
Editor Contrapartida, Novitas, Registro Contable, Vademécum
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 3121, septiembre 04 de 2017

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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