Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Eduardo Lora, economista y autor del libro “Economía Esencial de Colombia” afirma que el sistema tributario nacional es una colcha de retazos y señala que el Congreso aprueba reformas tributarias como les conviene a los grupos de interés y a quienes influyen sobre los congresistas.
El economista Eduardo Lora, quien ha estudiado fenómenos económicos y sociales en entidades como Fedesarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Universidad de Harvard, presenta su libro Economía Esencial de Colombia. En entrevista con Actualícese afirma que los congresistas siempre hablan de defender a la clase media –como si alguien que gana 8 o 10 millones de pesos mensuales fuera clase media–, pero los grandes beneficiados de las exenciones tributarias son las empresas.
En efecto, es una señal de que el sistema tributario es una colcha de retazos. Aunque se sabe muy bien qué habría que hacer para mejorarlo, el Congreso nunca aprueba las reformas tributarias como las propone el Gobierno, sino como les convienen a los grupos de interés y a quienes tienen influencia sobre los congresistas.
Es posible que las calificadoras de riesgo no se sientan satisfechas con las estrategias de venta de activos y de encubrimiento del déficit con las que el Gobierno va a tratar de cumplir con la regla fiscal, pero eso no implica que en 2020 tengamos una nueva reforma tributaria, aunque seguramente sí más adelante, y en condiciones más difíciles.
Precisamente en la Ley del Plan Nacional de Desarrollo –PND–, en el artículo 245 para ser más exactos, quedó aprobado un mecanismo para que parte del gasto público en salud pueda ser pagado directamente con títulos de deuda del Gobierno. Con este truco tan sencillo, eso no aparece como un desembolso y, por lo tanto, no forma parte del déficit fiscal. Eso es algo que no le va a gustar a las calificadoras de riesgo, que no son bobas.
Pero quizás usted no se refería en su pregunta a eso, sino a una cantidad de “micos” que los congresistas le metieron al PND y que el Gobierno no pudo evitar. Muchas de esas medidas son reformas tributarias encubiertas. Algunas aumentan el recaudo, entre ellas, los aranceles a las prendas de vestir, pero muchas otras lo disminuyen.
Siempre le han apostado a eso, pero rara vez lo han logrado, porque el Congreso no deja. Los congresistas siempre hablan de defender a la clase media, como si alguien que gana 8 o 10 millones de pesos mensuales fuera clase media. Debido a los descuentos y las rentas exentas que quedaron aprobados en la Ley de financiamiento, quien gane 8 millones de pesos mensuales en 2019 pagará apenas 3,8 % de impuesto a la renta. Pero resulta que quien tiene ese ingreso mensual pertenece al 3 % más rico de la población. Todos estos datos, que le pueden sorprender a algunos lectores, están explicados en el libro.
Con las herramientas que tiene actualmente la Dian no vamos a llegar muy lejos. Como lo digo en el libro, hay que fortalecer a la Dian para que pueda procesar la enorme cantidad de datos que recibe de las empresas por concepto del IVA, y de los intermediarios financieros por concepto del 4×1.000.
También debe mejorarse su capacidad para hacer auditorías, pues tiene apenas 2.000 auditores para estudiar las declaraciones de 450.000 empresas y 2,6 millones de personas.
Otra cosa muy importante: se necesita que la Fiscalía actúe efectivamente como ente investigador y acusador de los delitos tributarios. En dicha entidad tienen el prurito de que ellos no son “chepitos”, y con esa excusa se mantienen al margen de los delitos tributarios, ¡como si eso no fuera uno de los problemas más serios de este país!
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