Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

No conocemos ningún fallo donde se haya reflexionado sobre el estado mental del equipo de revisoría


La psique constituye una dimensión importantísima del ser humano. Con frecuencia olvidamos la capacidad de sentir, la posibilidad de maravillarnos o de deprimirnos. La vida alterna una y otra situación, logrando labrar la personalidad.

Algunos problemas psicosomáticos tienen repercusiones muy graves en el tratamiento de los clientes y en el cuidado al realizar una tarea. Por eso las empresas han aprendido a preocuparse por el bienestar de su gente, más allá de las cuestiones meramente económicas.

En el artículo de Shannon Moyer, titulado Blue Monday: Accounting firms aim to encourage mental wellbeing, encontramos las siguientes afirmaciones:

“(…) Según la organización benéfica de salud mental Mind, la depresión es la segunda discapacidad líder en todo el mundo (…)”. “(…) Al final del día, las empresas deben recordar que sus empleados son humanos y que los humanos necesitan apoyo (…)”.

“(…) Por supuesto, la contabilidad no crea depresión, pero los estudios citados por la Organización Mundial de la Salud han demostrado que los entornos de trabajo difíciles, como los que se encuentran en las empresas de contabilidad ocupadas, pueden influir en la salud mental de los empleados (…)”

En un país en el cual el Estado exige imposibles, amenaza y castiga, generando desprestigio público, muchos contadores sienten alta presión cuando actúan ante las autoridades tributarias o cuando obran como revisores fiscales. Por esto, sin argumentos, hay montones de contadores buscando el desaparecimiento de los oficios riesgosos, porque ellos desean, como cualquier otro, labores placenteras de ejecutar; sin tener que vivir hasta cinco años con el fantasma de una posible acción judicial.

Esta dimensión de la revisoría fiscal ha sido pasada por alto, como si no correspondiera a la realidad. Se trata de una falencia en la formación de quienes terminan diseñando y aprobando políticas públicas y normas jurídicas. No conocemos ningún fallo o doctrina donde se haya reflexionado sobre el estado mental del equipo de revisoría.

En primer lugar, observamos que este asunto no es analizado en los programas para obtener el título de contador público, en los cuales no se aprende a manejar las situaciones de alta presión.

Muchas veces nuestros egresados no aprenden a conjugar el verbo renunciar. Nuestras firmas no se adentran en detalles. Todo el que muestra dificultades, especialmente en su relacionamiento con los superiores, es despedido. Por ello, el común de los que trabajaron y trabajan en las firmas piensan que las decisiones son arbitrarias, lo que se refuerza cuando el voto de un solo socio puede obstaculizar un ascenso.

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Sin duda la revisoría fiscal es peligrosa, más que simplemente riesgosa. En la realidad enfrenta presiones de la empresa cliente, de las partes interesadas y del Estado. Cada uno espera que actúe como un aliado, sin importar lo que harían los otros. Por esto el programa de protección que hemos planteado varias veces en Contrapartida tiene que comprender el cuidado de la salud mental, a lo cual hay que destinar espacios formales.

Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 4828, febrero 3 de 2020.

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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