Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Nuestro Estado ciertamente está contemplando la lucha contra la corrupción desde los escritorios – Hernando Bermúdez Gómez


Recientemente oímos que hay firmas de contadores que ya no dependen de la revisoría fiscal, ni de los impuestos, que hoy en día los miles de servicios de consultoría son los que producen los ingresos. También oímos que hay que buscar la manera de desprenderse de las revisorías y que estas son muy peligrosas porque nos confrontan tanto con los clientes como con el Estado sin que se adviertan medios de defensa eficaces.

Los funcionarios públicos han hecho y siguen haciendo un daño inmenso a la revisoría fiscal, exigiéndole a diestra y siniestra, sin reparar en las deficiencias del andamiaje que han construido.

Empecemos por decir un secreto a voces: los grandes grupos económicos controlan al Estado, son capaces de condicionar la actividad de todos los supervisores, de todos los medios de policía administrativa. Sabemos de normas que no se dictan y cada rato vemos proyectos que buscan hacer más fácil la vida a las empresas. El liberalismo es la consigna, lo que supone la reducción continua de la intervención del Estado.

Ya están grabadas en piedra nuestras afirmaciones que advierten que dándole palo a los contadores no se controla el delito. ¿Por qué hay policías de bolillo y “robocop´s”? Porque hay situaciones que se controlan con la sola presencia del policía, cuyo uniforme es suficiente para inspirar respeto, y porque hay delincuentes que tienen tal cantidad de armamento y tal falta de corazón que son capaces de matar miles de inocentes para salirse con la suya.

Mientras históricamente se ha promovido la precisión y profundización de las funciones de los contadores, se han aumentado los castigos, se busca el desmonte de la responsabilidad subjetiva, se aumentan los plazos de caducidad o prescripción, no se ha dotado de mayores herramientas, ni se ha protegido más a los revisores fiscales. En las antiguas batallas, hoy recreadas cinematográficamente, se ven dos tipos de comportamientos: aquellas en las que los reyes y sus lugartenientes ven los sucesos desde lo alto de las montañas, mientras en el valle soldados de a pie dan sus vidas. Y aquellas, verdaderamente épicas, en las que los líderes van de primeros y son seguidos por sus guerreros. Nuestro Estado ciertamente está contemplando la lucha contra la corrupción desde los escritorios. Peor aún: la corrupción está dentro del Estado, al que empresarios y políticos conducen en su propio beneficio. No queda más que comprender a tanto contador que no quiere seguir con estrés. No es posible elaborar ni pronunciar discursos para decirles que alguien debe sacrificarse por los demás.

Mientras tanto, el común de las personas busca en quien confiar. Hay que hacer inversiones, ¿a quién creer?, ¿a los preparadores, a los revisores, a los supervisores, a los analistas, a los corredores? Mal harían en confiar en profesionales que actúan a regañadientes, soñando con mejores destinos. La profesión debe decir de frente si está abandonando su carácter de asegurador.

Hernando Bermúdez Gómez
Editor Contrapartida, Novitas, Registro Contable, Vademécum
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 3082, octubre 2 de 2017

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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