Son dos los modelos de medición que se pueden aplicar a las propiedades, planta y equipo, según el Estándar para Pymes. También existen diferentes métodos para calcular la depreciación de estos activos, pero con restricciones. En este editorial los explicamos.
Son dos los modelos de medición que se pueden aplicar a las propiedades, planta y equipo, según el Estándar para Pymes. También existen diferentes métodos para calcular la depreciación de estos activos, pero con restricciones. En este editorial los explicamos.
El Estándar para Pymes establece que las pymes pueden aplicar el modelo del costo o el de revaluación para sus propiedades, planta y equipo. La elección del modelo debe realizarse teniendo en cuenta las instrucciones señaladas en los párrafos 10.3 y siguientes de dicha norma, buscando que las políticas adoptadas generen información relevante y fiable para los usuarios de los estados financieros.
Una clase de propiedades, planta y equipo es un grupo de activos de naturaleza y uso similar, como por ejemplo: vehículos, terrenos, edificios, maquinarias, aparatos de cómputo, etc. Según lo anterior, una entidad podría elegir el modelo del costo para algunos elementos de propiedades, planta y equipo, y el modelo de revaluación para otros, siempre que el modelo elegido se aplique a todos los activos de una misma clase.
El modelo de revaluación es más útil para activos con estas características:
Por otra parte, el modelo del costo se ajusta a activos con las siguientes características:
El Estándar para Pymes acepta diferentes métodos de depreciación, por lo cual la entidad debe escoger para cada activo el método de depreciación que más se ajuste a los patrones de consumo de los beneficios económicos del activo.
La elección del método de depreciación se hará para cada uno de los activos que la entidad adquiere, siempre que pertenezcan a una clase de activos medida por el modelo del costo. Lo anterior significa que una entidad puede aplicar de manera simultánea varios métodos de depreciación en su contabilidad, elegidos según las particularidades de cada activo, y las expectativas de uso y desgaste que la administración haga sobre cada uno de estos.