Recordemos que en términos internacionales nos vamos a mover a dos grupos de estándares: 1. Estándares de información financiera; 2. Estándares de aseguramiento. En cuanto al primer grupo, IFRS se caracteriza por el alto grado de subjetividad. Actualmente tenemos una contabilidad fundamentalmente documental, así que es mucho más fácil el control. Ahora pasamos a una contabilidad económica, donde se requiere otro nivel de supervisión. Si la estructura no se adapta a las nuevas exigencias, la manipulación de la información puede resultar mayor que la actual.
En lo referente al segundo grupo, considero que hay una relación estrecha entre este y el primero. Es decir, los estándares de aseguramiento se requieren para evaluar la aplicación de los estándares de información. Los de calidad, por ejemplo, tienen una serie de requisitos que hasta ahora sólo han sido aplicados por las grandes firmas. Sin embargo, la calidad debe permear todo el ejercicio profesional. Sin supervisión, esos estándares serán letra muerta, en muchos casos. Hay que aprender de las experiencias ajenas. Por algo los norteamericanos crearon el PCOB. El ejercicio profesional, en un entorno tan volátil, requiere un alto nivel de supervisión. Y me refiero al nivel técnico, más que al cuantitativo.
Creo que estamos en una coyuntura muy especial, en la que todos estamos aprendiendo. Estamos buscando un espacio para la profesión, que estoy convencido de que se está obteniendo.
Hace falta que nos sentemos a hablar de manera objetiva y altruista desde las orillas opuestas. No es necesario recurrir a ataques personales para defender posiciones. Un diálogo abierto, fraternal y generoso es la base de la anhelada unión, pero la verdad, la prevención entre colegas impide que se dé. Propongo que los estamentos que tienen que ver con la profesión manifiesten este interés, para lo cual ofrezco mi humilde concurso. Es la única vía para lograr el enaltecimiento de este ejercicio.
Esa pregunta no la puedo responder. Más bien hago el eterno llamado a trabajar en equipo.
No sé si sea necesario llegar hasta allá. No me parece que el asunto sea llenarse de organismos. La formación es un asunto de las universidades, que deben ponerse a tono con las exigencias del nuevo orden. Muchas no lo han hecho aún.
Creo que la Junta Central de Contadores hace lo que puede con los recursos que le da la ley.
Como ya lo dije, creo que la cadena empieza con la formación. El nivel nuestro dista mucho de las exigencias del entorno. No se tienen en cuenta los estándares internacionales de educación. IFAC ha trabajado mucho sobre este aspecto, pero en general, los programas de contaduría no han construido sus programas curriculares con este referente, lo cual indudablemente genera vacíos al momento de iniciar el ejercicio profesional.
Puede haber varias alternativas de solución. Como lo planteo, en principio hay que revisar el enfoque en la configuración de los procesos, pero eso requiere contar con un equipo de contadores que apoye esta labor. Así puede hacerse un mejor filtro y evitar que se abran casos que tal vez no necesitaban iniciarse, como lo demuestran posteriormente muchos procesos. La conformación de una sala disciplinaria también facilita el trabajo, porque puede evacuar estos casos pequeños con mayor celeridad, especialmente si se considera la instauración de un sistema oral para esos pequeños casos, que puede ayudar a resolver muchas situaciones de conflicto.
Este punto también es válido, pero más para el trabajo que realizan los funcionarios de la Junta, porque aunque ayuda en el análisis de los ponentes, éstos de todas maneras tienen que hacer el estudio.
Como lo he expresado, mi propuesta es que lo que hoy se conoce como JCC, haga parte de un órgano más grande y fuerte; que tenga más recursos, más impacto, más herramientas y que cubra todo el manejo de la profesión.
Indudablemente, pero debe tenerse en cuenta que mi propuesta va a temas generales y no ha entrado en detalles. Si se diferencia entre contaduría pública y privada, como lo han propuesto desde hace años varios colegas, entre ellos el CP Samuel Mantilla, se soluciona gran parte del problema. Debe pensarse en los requerimientos de calidad de los entes y sus interesados. Por lo tanto, no necesariamente esto implica que todo el mundo deba tener el mismo nivel. Eso depende de la función que esté desempeñando en el ejercicio profesional. Por ejemplo, un profesional independiente que lleva pequeñas asesorías, no tendría que tener los mismos requerimientos que un auditor externo de una empresa grande.
Eso es indiscutible. Puede parecer inaudito, pero todavía hay colegas que piensan que este proceso se va a revertir, o sencillamente, porque consideran que no deberíamos aplicar esos estándares, no se capacitan en ellos. Pero el hecho real, es que cada vez es más generalizado su uso, tanto en países desarrollados como en vía de desarrollo, así que inevitablemente tenemos que aprender, independientemente de nuestra ideología. Y quiero dejar en claro que no hablo en nombre de ninguna firma ni defiendo los intereses de nadie en particular. Es un hecho que no cambiará simplemente porque nos opongamos.
Creo que más que apoyo político, se requiere es más apoyo de la propia profesión. Si se trata de una voz aislada, obviamente no habrá ningún impacto.
La aplicación anticipada es una magnífica oportunidad para quienes han tenido un acercamiento previo a los IFRS. Tiene la gran ventaja de permitir la iniciación del proceso, sin el temor de incurrir en errores que puedan generar algún tipo de sanción o efectos tributarios inmediatos. Pero es bueno entender que no se trata de una oportunidad para iniciar un proceso de aprendizaje, porque la producción de un balance de apertura es todo un proyecto que requiere tiempo de anticipación, y estamos hablando de un cierre que ya pasó, así que no es recomendable empezar apenas ahora, para convertir unas cifras que cerraron hace casi dos meses.
Para los que se acogieron, los auditores o revisores fiscales deben hacer una planeación totalmente diferente a la tradicional, debido especialmente al cambio de bases de medición y en las revelaciones. De otra manera, corren el riesgo de omisiones que pueden ocasionar distorsiones significativas en la información que se reporte, especialmente con miras a la presentación de los primeros estados financieros bajo estándares internacionales, que para ellos, será con corte al 3 de diciembre de 2013.
Si se mejora significativamente la supervisión, debe haber una contribución de los supervisados. Es el mismo principio que rige en las Superintendencias. Esas contribuciones deben estar en función de las condiciones de ejercicio. No es lo mismo un profesional independiente, que una pequeña firma o una grande. No es lo mismo el servicio de asesoría contable, que el de auditoría externa o el de revisoría fiscal. Los detalles deben ser objeto de un cuidadoso análisis para que esto no resulte en una carga desproporcionada para los profesionales.