El Ministro de Hacienda volvió a hablar sobre el desmonte gradual del impuesto que ha hecho imposible y limitado las oportunidades de bancarización de los colombianos; una queja que expresó la directora ejecutiva de Afic, Clara Escobar.
Para el primero de enero de 2014 pasa a un impuesto de 2×1.000, el primero de enero de 2016 bajaría a 1×1.000 y el primero de enero de 2018 desaparecería completamente. Este año, el recaudo de este impuesto asciende a $4,5 billones.
Si lo que está buscando es bancarizar a la mayoría de los colombianos, esto no se logra sólo desmontando el 4×1.000 sino llegando a un acuerdo con el sistema financiero, que es el real beneficiado; disminuyendo los costos para los usuarios, colocando tarifas razonables y justas, por supuesto, bajo la supervisión de los entes encargados.
Louis Kleyn, consultor empresarial, nos presenta tres hipótesis para afirmar que este impuesto, que en un principio fue considerado como transitorio, es malo.
Primero. Recuerda a los impuestos de corte medieval o colonial, donde el Gobierno, para financiarse, coge lo que pueda. El cobro del 4 por mil no está ligado ni a la generación de utilidades ni a la capacidad económica de quienes lo pagan.
Segundo. Entorpece el sistema de pagos y el bancario. Frena la bancarización de los pequeños usuarios, que aprecian como los costos de mantener y operar una cuenta bancaria son altos y, sobre todo, difíciles de cuantificar con precisión.
Tercero. Los esfuerzos empresariales que debían concentrarse en la generación de valor y en la obtención de eficiencias, se enfocan en muchas ocasiones en diseñar esquemas para reducir los pagos del 4 por mil.
«Mas allá que los problemas de evasión; la incontrolable corrupción de quienes dirigen el país, el despilfarro, los saqueos al estado como el AIS, los contratos de obras públicas, el carnaval de corruptos en el sector de la salud, desmoralizan a cualquiera que piense en contribuir decentemente a través de los impuestos en un sistema tributario y de control altamente injusto.
Por un lado uno ve las instituciones del Estado, plagadas de corruptos amparados por la legalidad y buscando enriquecerse a costillas de los demás, y por el otro el pueblo buscando sobrevivir; y en la mitad estamos nosotros; los garantes de la fé pública»: Miguel Sierra Álvarez.
«Por lo menos en la Ley 1430 de 2010, en su Artículo 6, se logró la eliminación parcial del Gravámen a los Movimientos Financieros GMF»: José Leguizamón E.
«Que algún experto en esos temas compare los datos aritméticos que siempre se dan, y en los cuales siempre se observa la disminución en el recaudo del GMF con la efectividad del uso de lo que sí se ha recaudado. ¿Cómo y en qué se ha utilizado? ¿Cuánto se ha despilfarrado, perdido o saqueado? ¿Las cuentas si cuadran?»: Ramiro Angarita López.
«A los diversos defectos que tiene este impuesto hay que sumarle que está generando riesgos a nivel de control del efectivo en las pequeñas y medianas empresas. Para disminuir el 4×1000 evitan en lo posible realizar transacciones bancarias y prefieren manejar mayor cantidad de efectivo para pagos. También hay clientes que sólo pagan así y se sabe que donde hay tanto billete muchas empresas parecen que estuvieran retrocediendo 20 años en cuestión de uso de herramientas bancarias»: Lili Mary.
El impuesto del 4 por mil es una de las fuentes más apetecidas para el lavado de activos en Colombia.
“Este rubro es un caldo de cultivo para la evasión impositiva, puesto que una parte de los colombianos buscan no pagarlo y no meter sus ahorros por fuera del sistema financiero legal, privilegiando las transacciones en efectivo y de esta manera facilitar las acciones ilegales”: María Mercedes Cuella, presidenta de Asobancaria.
Según cifras manejadas por la DIAN, con el paso de los años, el 4×1.000 pesa cada vez menos dentro del recaudo nacional. En 2008, el gravamen correspondió al 4,7% de los impuestos, en 2009 pasó a ser el 4,5%, y durante el primer semestre de 2010 se redujo al 4,3%.