Cuando la tensión entre los miembros de una junta directiva se mantiene controlada se considera positiva, ya que se da en un ambiente donde se intercambian puntos de vista. Sin embargo, en los conflictos disfuncionales, las personas no se escuchan, y tampoco expresan adecuadamente sus posiciones.
Cuando la tensión entre los miembros de una junta directiva se mantiene controlada se considera positiva, ya que se da en un ambiente donde se intercambian puntos de vista. Sin embargo, en los conflictos disfuncionales, las personas no se escuchan, y tampoco expresan adecuadamente sus posiciones.
La disfuncionalidad es un aspecto que atenta contra el espíritu de lo que es el deber ser de una junta directiva. El simple hecho, por ejemplo, de que sus miembros no se escuchen puede llegar a crear una distorsión.
Dan Konigsburg, líder global de gobierno corporativo de Deloitte, describe que hay diversas fuentes generadoras de conflicto en las juntas directivas:
Este punto final es muy importante, ya que un presidente de junta que desempeña a cabalidad su rol y ejerce liderazgo es capaz de controlar otras fuentes de conflicto.
En el análisis de Deloitte Conflictos y disfunciones en las Juntas Directivas, el principal obstáculo del gobierno corporativo Konigsburg analiza las diferencias entre una junta directiva de los años 70 y una en la actualidad. Mientras que la de los años 70 estaba integrada solo por hombres, para quienes pertenecer a la junta directiva era formar parte de un club o estar en una reunión de “amigos” en la que trataban asuntos sociales, en la de hoy en día, en la mayoría de los casos, se busca la diversidad no solo de género sino también de conocimiento y edad.
“No se trata de la reunión de un grupo de “amigos” sino de la reunión de profesionales para el direccionamiento de la entidad, y por lo tanto, la información para las reuniones de la junta es presentada por la administración con la suficiente antelación para el estudio de la misma por parte de sus miembros”, indica el análisis.
Al hacer referencia a conflictos a nivel de juntas directivas, Konigsburg dice que hay un conflicto que es saludable para las organizaciones y que en gobierno corporativo se conoce como una “tensión constructiva”. En este caso, cuando la tensión está controlada, tener desacuerdos es bueno. En cambio, cuando los desacuerdos se vuelven difíciles de administrar, el conflicto se vuelve disfuncional y es dañino para las organizaciones.
Konigsburg explica que en los conflictos disfuncionales las personas no pueden oírse unas a otras y no son capaces de expresar adecuadamente sus posiciones. Este tipo de conflicto distrae a la junta directiva de lo que realmente debe hacer, por lo cual es negativo.
Son dos los signos que invitan a pensar que una junta está experimentando dinámicas disfuncionales:
Frente a lo anterior, el presidente de la junta debe tomar los correctivos necesarios antes de que el conflicto deje de tener solución.
La disfunción se da cuando al interior de las juntas directivas no se presentan problemas, no porque no existan sino porque a pesar de existir se pasan por alto por sus miembros: