Esteban Correa afirma que el propósito del contador es revelar la complejidad de los hechos económicos, lo que se expande a dimensiones ecológicas y sociales.
Dueños del capital, grandes corporaciones y gobiernos deberían comprometerse a fortalecer regulaciones ambientales y hacerlas cumplir.
Esteban Correa afirma que el propósito del contador es revelar la complejidad de los hechos económicos, lo que se expande a dimensiones ecológicas y sociales.
Dueños del capital, grandes corporaciones y gobiernos deberían comprometerse a fortalecer regulaciones ambientales y hacerlas cumplir.
Esteban Correa García, PhD, docente investigador de ciencias contables del Programa de Contaduría Pública de la Universidad San Buenaventura de Cali argumenta el porqué la contabilidad ambiental viene tomando fuerza en la profesión.
«Son muchas las noticias que están hablando del tema ambiental. La crisis ambiental, el cambio climático, la deforestación del Amazonas, el calentamiento de los polos; todos estos temas centran la atención en lo ambiental. Específicamente, en el tema de la contabilidad ambiental está la exigencia de la Organización de las Naciones Unidas –ONU– de cumplir con la agenda de los objetivos de desarrollo sostenible que hace de la contabilidad ambiental una herramienta obligatoria para gestionar la sostenibilidad», explica.
Correa García explica que la contabilidad ambiental es una especialización del saber contable “interdisciplinar”, que tiene como objetivo hacer valoraciones, revelaciones, dictámenes y recomendaciones sobre el medio ambiente a los tomadores de decisiones, con el propósito de proteger y preservar la naturaleza, para lograr la sostenibilidad o la sustentabilidad.
Para él, frente a lo anterior, y citando a Enrique Leff, «lo que está en crisis no es el medio ambiente, sino la civilización». Afirma que las instituciones, incluidas las universidades y las profesiones, están inmersas en una crisis del conocimiento. «Tenemos mucho conocimiento, pero no sabemos qué hacer con él, y muchas veces se aplica mal», indica.
Por lo anterior, desde su punto de vista, los contadores públicos deben entender mejor su función como actores sociales, que dan fe pública sobre los hechos económicos que pueden afectar positiva o negativamente al planeta y a la sociedad.
Para este contador público, líder de todo lo referente a la contabilidad ambiental en Colombia, el propósito del contador no es maximizar los dividendos, ni aumentar el recaudo para el Estado; estas son funciones auxiliares.
El verdadero propósito del contador es revelar, lo más fiel posible, la “complejidad” de los hechos económicos, la cual no se limita a la dimensión monetaria, sino también a las dimensiones ecológicas y sociales.
Correa García afirma que el contador de una empresa generalmente no tiene independencia ni objetividad frente a las organizaciones en donde trabaja.
«Se trata de un empleado cuyo sueldo depende muchas veces del capricho de los dueños de las empresas; casi nunca diseña el sistema de información contable, sino que este se le impone y debe trabajar solo en él», critica este investigador de ciencias ambientales.
En esta limitada función el contador debe regirse a las Normas Internacionales de Información Financiera, las cuales también tienen un sesgo netamente financiero y no tienen desarrollos significativos con relación a los temas ambientales.
«El contador auditor sí está en posición para aportar más, porque en teoría tiene independencia mental y puede hacer valoraciones más objetivas sobre los hechos económicos de las organizaciones que están afectando el medio ambiente», asevera.
Sin embargo, puntualiza, en la práctica la auditoría ha sido incapaz de prevenir o de delatar los impactos negativos al ambiente por las empresas. Por lo general, estos hechos salen a la luz pública por vía de investigaciones judiciales a raíz de demandas de los afectados.
Sobre el espaldarazo que el dio el Foro Económico Mundial y las Cuatro Grandes de la auditoría al tema de la contabilidad ambiental, Correa García cree que es una decisión importante, en el sentido que hay un compromiso de parte de los auditores de hacer cumplir las normas. Sin embargo, advierte, estas carecen de herramientas y metodologías apropiadas para proteger la naturaleza.
«Los estándares, leyes y regulaciones son muy laxos y permisivos en materia ambiental. Lo transcendental sería que los dueños del capital, las grandes corporaciones y los gobiernos se comprometieran seriamente en fortalecer las regulaciones y hacerlas cumplir», propone.
Correa García piensa que son muy pocas las universidades que dictan la asignatura de Contabilidad Ambiental, y además es una electiva.
Para él, esta asignatura debería de ser obligatoria y el tema de la sustentabilidad debería ser transversal en todos los semestres.
Adicionalmente, las universidades deberían abrir posgrados en contabilidad ambiental. Actualmente, en el país no existe ninguno, pese a que en el mercado existe un gran interés en el tema.
«Estos puestos de trabajo, de contadores ambientales, los están absorbiendo los ingenieros ambientales y economistas», indica.
Una iniciativa interesante que puede generar conciencia ambiental es la dinámica de la Red de Investigación en Contabilidad Ambiental: contabilidad y sustentabilidad, a la cual están invitados todos los contadores que deseen trabajar en el tema ambiental.
Explica que la IFAC tiene actualmente cuatro frentes: auditoría, ética, sector público y educación contable. Piensa que a estas alturas debería tener una línea de sustentabilidad o medio ambiente.
La razón fundamental es que estas organizaciones, incluido el IASB, pueden tener buenas intenciones, pero su accionar se ve limitado por los intereses económicos de los organismos que los financian, que son las mismas corporaciones que generan grandes impactos ambientales.
«Si se regularan los impactos ambientales realmente, muchas empresas que hoy son grandes, dejarían de ser rentables y la economía literalmente colapsaría. Por eso la solución debe estar dirigida a cambiar el modelo económico por uno realmente sustentable, basado en una economía ecológica», explica.