Hernán Rodríguez dice que es complicado competir contra las firmas internacionales, pero ya pasó de moda criticarlas.
Para él, si quitamos el Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores, quitamos un peso a la Junta.
Dice no ser amigo de estar en manos de la Contaduría General de la Nación.
Hernán Rodríguez dice que es complicado competir contra las firmas internacionales, pero ya pasó de moda criticarlas.
Para él, si quitamos el Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores, quitamos un peso a la Junta.
Dice no ser amigo de estar en manos de la Contaduría General de la Nación.
Para Hernán A. Rodríguez, contador con experiencia internacional en sistemas de información contable, reportes a casa matriz, análisis financiero y presupuesto, auditoría y aseguramiento de información, el contador público debe responder por la gestión contable: es el profesional para asegurar la información financiera y el control societario.
Rodríguez asegura en #CharlasConActualícese que la Ley 1314 de 2009 se desdibujó. Y frente a este tema, piensa que el Consejo Técnico de la Contaduría Pública –CTCP– es una entidad que debe incentivar la discusión acerca de si los Estándares Internacionales nos convienen o no, y luego presentar recomendaciones sobre estos.
Sin embargo, para él, el destino de esta entidad está encaminado a continuar siendo un apéndice del Gobierno, ya que hace recomendaciones, pero el segundo es quien toma las decisiones.
«El Consejo Técnico debería discutir, como su nombre lo indica, las formas técnicas de las taxonomías que ya están presentes, y realizar recomendaciones», explica.
Frente al papel de la Junta Central de Contadores –JCC–, expresa que debe ser una entidad que debe proteger el servicio de la profesión.
«Acá nos protege un tribunal sin llegar a examinar los casos posibles que se deben sancionar. Si quitamos el Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores, le quitamos un peso a la Junta».
Para Rodríguez, la Junta debe velar porque en Colombia quienes ejerzan la contaduría pública tengan matrícula y certificación, así como cumplimiento ético.
«Hay quejas que se presentan contra los contadores públicos por rabia. Eso no debería ser así. La mayoría se desestiman», puntualiza.
El libre mercado permite y exige hacer libre competencia, dice Rodríguez, pero si seguimos empecinados en llevar libros y no enfocarnos en los Estándares Internacionales, estamos fallando en globalizarnos como profesión.
«Al hablar de internacionalización, ellas son las llamadas a tomar los casos extranjeros. Las firmas nacionales deben ir más allá de lo que conocemos, y ganarse la credibilidad de los inversionistas», opina.
Explica que son las Cuatro Grandes las mismas que producen la tecnología de la profesión contable actual.
«Sí, es complicado competir contra las firmas internacionales, pero ya pasó de moda criticarlas. Hay que competirles, pero con conocimiento», recalca.
Para él, la democracia de este proceso es importante, pero esta se debe fundamentar en la educación. Rodríguez está convencido de que el Código de Ética de los contadores debe ser reformado.
«Por ejemplo, todavía se habla de las Naga, cuando hoy no pasa nada con este tema», critica.
Dice que sobre la mesa se debe poner en discusión la gobernanza de la contaduría pública.
«Norma por norma, artículo por artículo, es lo que se debe discutir en dichas comisiones. El hacer no está siendo juzgado en Colombia. Además, debe existir una entidad propia, independiente, conformada por contadores públicos, y no una que le rinda cuentas al Gobierno nacional», asegura.
Rodríguez no es amigo de estar en manos de una entidad como la Contaduría General de la Nación. Eso sí, aplaude el esfuerzo que hace al promulgar normas, prescribir, describir y llevar contabilidad.
Frente al artículo del proyecto de ley que pretendía acabar con esta entidad, afirma que era una “grosería”. Estaba convencido de que este tema no iba a tener futuro alguno.
«Me imagino que hay muchos políticos que querían que la Contaduría General de la Nación desapareciera por cuestión de votos, para así ganar adeptos», piensa.
Desde su posición de docente, asegura que la contaduría pública no se estudia por vocación, sino porque es una profesión que permite insertarse en el mercado laboral.
«Se le va tomando amor cuando se estudia y profundiza. Sin embargo, las universidades están quedadas en el uso de la tecnología como herramienta para profundizar y modernizar más el conocimiento», critica.
Dice que le gustaría ver a las nuevas generaciones de profesionales contables discutir sobre el papel de entidades como la JCC, el CTCP y la CGN.