Un factor dilatador de todos los riesgos que se pueden presentar para una empresa es el hecho de que una compañía no posea una cultura corporativa fuerte.
Auditores internos deben comprender y evaluar la gama completa de riesgos inmediatos.
Un factor dilatador de todos los riesgos que se pueden presentar para una empresa es el hecho de que una compañía no posea una cultura corporativa fuerte.
Auditores internos deben comprender y evaluar la gama completa de riesgos inmediatos.
Un auditor interno proporciona objetividad y perspectiva dentro de una organización. En una epidemia como la del COVID-19, es necesario gestionar los riesgos, y hacerlo con la máxima objetividad y perspectiva de la que se pueda disponer.
Esos riesgos se han visto bastante incrementados con el hecho de enviar a los empleados a teletrabajar, entre otras causas. Así lo explica Rafael Tejedor, director de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG España, en el texto La auditoría interna, más importante que nunca ante el COVID-19.
Los anteriores son algunos eventos de riesgo que potencialmente podrían materializarse y a los que el auditor interno debería prestar más atención que nunca.
Tejedor explica que un factor dilatador de todos los riesgos anteriormente nombrados es el hecho de que una compañía no posea una cultura corporativa fuerte.
«Numerosos estudios sostienen que las organizaciones que gestionan activamente sus culturas de riesgo superan la competencia en el medio plazo en cuanto a valor de mercado», aclara.
Si los empleados con responsabilidades dentro de un modelo de control y cumplimiento no perciben como relevante gestionar activamente los controles y riesgos de los que son dueños, y pasan esas actividades al último punto de sus listas, la vulnerabilidad de la organización se dispara exponencialmente.
No monitorear estos “nuevos riesgos” derivados de la coyuntura y entorno actual laboral desembocará en consecuencias lógicas de brechas en los modelos de aseguramiento y control.
Richard Chambers, presidente y CEO del Instituto de Auditores Internos Internacional, enumera algunas acciones clave que los auditores internos ya debieron realizar para soportar a sus organizaciones.
Una de ellas es comprender y evaluar la gama completa de riesgos inmediatos. El auditor interno debería colaborar desde ya en poner en marcha acciones para identificar todos los riesgos posibles, evaluar su impacto potencial y pensar detenidamente respuestas a esos riesgos.
«La auditoría interna es un maestro en abordar objetivamente los riesgos y puede evaluar si los responsables de cada unidad de negocio han identificado la gama completa de riesgos, directos e indirectos, y la gama de acciones para gestionar estos posibles impactos, especialmente si, como vemos, los escenarios más improbables son los que realmente se están materializando, desgraciadamente», manifiesta Chambers.
El COVID-19 ha causado que los peligros sean menos predecibles que nunca. La exposición, en general, y en nuestros días, está creciendo. Particularmente, la tendencia hacia la existencia de grandes centros urbanos provoca un aumento en este nivel de exposición.
La concentración de población está ligada a un mayor potencial impacto. Adicionalmente, está demostrado que el impacto económico es cada vez mayor, dado que el nivel de capital impactado también es muy alto.
«La vulnerabilidad se está agravando. Y se está confirmando ‘el efecto cascada’ de los eventos de riesgo, desencadenando una inestabilidad grave o el colapso de toda una industria o economía», describe Tejedor.
Para combatir este nuevo escenario es necesario que el auditor interno también contribuya dentro de su organización a cambiar el enfoque y moverse desde el riesgo hacia la resiliencia.
«Es importante que el auditor coopere con sus colegas en otras empresas dentro de su país, industria o región, recopile y facilite el intercambio de datos e información sobre todos los riesgos a los que están expuestos, e incluso gestione la interacción y cooperación con asociaciones o lobbys sectoriales, organismos públicos o privados y/o redes regionales e internacionales que faciliten la colaboración para una gestión eficaz de los riesgos», indica.