César Augusto Martínez afirma que la constante actualización y los procesos en los que nos vemos involucrados a diario saturan a los contadores.
Cantidad de innovaciones y procesos tecnológicos suplirán las actividades de los contadores, por lo que hay que aprenderlas y saberlas afrontar.
César Augusto Martínez afirma que la constante actualización y los procesos en los que nos vemos involucrados a diario saturan a los contadores.
Cantidad de innovaciones y procesos tecnológicos suplirán las actividades de los contadores, por lo que hay que aprenderlas y saberlas afrontar.
En nuestro conversatorio Rol del contador público y modernización de la profesión, César Augusto Martínez, presidente del Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores, habló sobre la modernización de la profesión contable.
Desde su punto de vista, la modernización de las normas, así como los cambios en el sistema organizacional y empresarial de los países, son temas que deben ser analizados para que la profesión dé un paso adelante: «Son ítems que tienen que ir de la mano con lo que somos los contadores públicos».
«A veces dejamos de lado la parte humana del contador público. La constante actualización y procesos en los que nos vemos involucrados a diario nos saturan», reflexiona.
Para él, hoy por hoy, independientemente de la pandemia, existen factores que nos han afectado.
El cierre de las oficinas y el traslado del trabajo a la casa (de la mano de la tecnología) han planteado dificultades para muchos profesionales. «Nos ha tocado adaptarnos al trabajo desde la casa, rodeados con nuestra familia», afirma.
Destaca que la tecnología es otro reto que hemos afrontado los contadores públicos. Estar al margen de la tecnología ya no es posible.
«Se viene una cantidad de innovaciones y procesos tecnológicos que hay que saber afrontar y aprender, porque se suplirán las actividades del contador», advierte.
Debido a lo anterior, debemos cambiar el chip. Como personas y profesionales tenemos que acomodarnos a la actualidad tecnológica, enfocarnos en las nuevas tecnologías, pensar en temas como el big data.
A Martínez le sorprende que hoy en día muchos revisores fiscales insisten en que hay que estar en una oficina para revisar los documentos. «La pandemia nos propuso un cambio, un cambio para mejorar», expresa.
El mensaje que transmite Martínez es claro:
«Todo lo que venga es muy bueno, pero como personas tendremos que analizar nuestras capacidades, competencias y buscar qué nos está aportando la profesión. Hay que evolucionar porque tenemos mucho que dar y buscar constantemente el cambio», afirma.
Explica que uno de los grandes cambios de la pandemia, por el hecho de estar trabajando desde la casa, es que los contadores nos convertimos en los primeros en prender y los últimos en apagar el computador.
«Ejercer la contaduría pública es complicado por la gran cantidad de responsabilidades que tenemos, y el empresario ni se da cuenta de eso. Además, ya no hacemos contabilidad tributaria, sino que ya contamos con un sistema de información financiero y este tiene una conexión formal con los sistemas tributarios», explica.
Advierte que, para los contadores públicos que estaban acostumbrados a ir a una oficina y revisar los papeles, el entorno se transformó porque todo se volvió virtual.
«Esto no es malo, porque podemos distribuir mejor el tiempo y nos podemos capacitar más», asegura.
Martínez dice que trabajar de esta manera, sin quitar el factor humano, debe ser un tema en el que deben trabajar todas las partes involucradas, como los gremios, entidades de control, la Dian, los empresarios y los contadores.
«Hay que saltar a la nueva realidad. No se trata de que cambiará nuestro perfil y oficio, sino que debemos acostumbrarnos a algo nuevo. Hay que adoptar las nuevas formas de trabajar y empezar a aplicarlas de la mejor manera», afirma.
Resalta que a él le gusta ir más a la práctica que a la teoría.
«Esta oportunidad que nos ha dado la pandemia debe servir para sacar adelante nuestra profesión. Esto no es algo que signifique un retroceso de nuestra profesión, sino todo lo contrario».