Para Juan F. Mejía, no es viable que la JCC no tenga «dientes» para sancionar a responsables de escándalos contables.
CTCP requiere cambios para dedicarse a la investigación técnica y profesional, no solamente a copiar párrafos de las NIIF.
En 5 años el contador como hoy lo conocemos habrá desaparecido.
Para Juan F. Mejía, no es viable que la JCC no tenga «dientes» para sancionar a responsables de escándalos contables.
CTCP requiere cambios para dedicarse a la investigación técnica y profesional, no solamente a copiar párrafos de las NIIF.
En 5 años el contador como hoy lo conocemos habrá desaparecido.
Juan Fernando Mejía, contador público, certificado IFRS por ACCA y el Banco Mundial, CEO de GlobalContable.com, afirma que modernizar la profesión no solo pasa por conectar el tema con la alta tecnología.
«La modernización es, sobre todo, modificar viejas estructuras profesionales. Saber que el Consejo Superior de la Judicatura no cobra la tarjeta profesional de los abogados y sí lo hace la Junta Central de Contadores es apenas un comienzo de la discusión», afirma.
Lo anterior, explica, pasa por temas políticos complejos. Para él, no es viable que en el siglo XXI la JCC sancione severamente a un contador por tener seis revisorías fiscales, pero no tenga «dientes» para sancionar a los responsables de escándalos contables.
«Se sanciona más fácil al contador de una pequeña copropiedad que al verdadero corrupto, pero no es culpa de la JCC, sino de un sistema que no investiga», puntualiza.
Para él, quizás estas investigaciones deban estar en cabeza de la Fiscalía en lo penal, mientras que lo disciplinario debería estar en cabeza de la Procuraduría, con abogados y contadores de dedicación exclusiva y un verdadero conocimiento del derecho disciplinario.
Puntualiza que no se trata solo de aplicar el Código de Ética de la IFAC, sino de garantizar los derechos mínimos de los contadores.
«Muchas críticas se ven en el mercado, respecto al debido proceso que se lleva en la JCC, aunque esta no es una crítica a los actuales miembros, reitero, sino al sistema como tal», aclara.
Le preocupa no saber cómo garantizar la imparcialidad de los miembros del tribunal disciplinario, en general, porque son profesionales en ejercicio que juzgan a sus competidores en el mercado.
Por otra parte, dice que el CTCP es un organismo que requiere cambios para dedicarse realmente a la investigación técnica y profesional y no solamente a copiar párrafos de las NIIF en sus conceptos.
«También se debe para evitar que gran parte de sus miembros sean nombrados por los políticos, como actualmente sucede, y que se demoren en nombrar a los pocos miembros técnicos que pasan en franca lid», expresa.
Describe al CTCP como un órgano paquidérmico, sin presupuesto, fácilmente influenciable por los políticos e intereses del mercado, en el que se evidencia la normalización en contra de los micro y pequeños empresarios, a quienes nadie defiende ante los abusos del mercado.
«Modernizar no es solo tener sistemas de información avanzada, sino evitar posiciones politizadas o potencialmente mercantilizadas», explica.
Asegura que son todos organismos del Gobierno que no tienen función gremial alguna y no se les puede asignar una responsabilidad que no les corresponde. «No es su rol y tampoco pueden tener un papel clave en la modernización contable», dice.
Critica los altos costos que ha tenido la JCC en contratos de modernización, llegando al resultado de contar con una página web no amigable, además de los constantes cambios del diseño de la tarjeta profesional, que tiene altos costos, lo que juega en contra del contador porque le cobran cada vez que se hace un cambio de forma.
Pone la lupa también en la expedición de certificados disciplinarios que sancionan de hecho al contador.
«¿Estos certificados no deberían ser automáticos y con firma electrónica, evitando un pago permanente para el contador y, sobre todo, para evitar innecesarios trámites?», se pregunta.
Desde su criterio, la modernización de la profesión pasa por los contadores organizados de forma privada en diferentes asociaciones y grupos de estudios, y no propiamente de órganos del Gobierno altamente politizados y burocráticos, que lo que menos hacen es favorecer a los microempresarios y a los contadores.
Los cambios en la profesión se dan por modificaciones en los susbsistemas sociales, económicos, tecnológicos, entre otros. Por esto, «la esperanza de la modernización de la profesión contable no puede estar en la supuesta modernidad de los órganos gubernamentales que la rigen y que, por supuesto, no la representan».
Afirma que el big data está cambiando la profesión, a los Gobiernos y al contador. En 5 años, aproximadamente, cuando avance la facturación y la nómina electrónica, se llegará a la contabilidad electrónica como sucede en otros países, y el contador, como hoy lo conocemos, habrá desaparecido.
«Esperamos que para entonces muchos órganos gubernamentales de la profesión también se hayan modernizado, se hayan globalizado realmente, con un mayor control al control y menos corrupción política y técnica», advierte.