Mario Cruz, director de la Cámara de Seguridad Social y Vida de Fasecolda, dice que los colombianos son conscientes de la importancia de ahorrar para la vejez, pero en muchos casos existe imposibilidad de hacerlo. Afirma que en Colombia una de cada dos personas trabaja en empleos precarios.
Mario Cruz, director de la Cámara de Seguridad Social y Vida de Fasecolda, dice que los colombianos son conscientes de la importancia de ahorrar para la vejez, pero en muchos casos existe imposibilidad de hacerlo. Afirma que en Colombia una de cada dos personas trabaja en empleos precarios.
Mario Cruz, director de la Cámara de Seguridad Social y Vida de Fasecolda afirma en entrevista con Actualícese que crear empleos estables y de calidad debe ser un propósito de cualquier sociedad, «sin embargo, no sabemos muy bien cómo hacerlo y no existe un santo grial para formalizar la economía».
Algunas medidas, provenientes de teorías económicas sugieren que el abaratamiento de las nóminas a través de la eliminación de algunos impuestos o de prestaciones serviría en este propósito. También señalan que la existencia de un salario mínimo muy alto en términos relativos al ingreso medio impone una restricción a la creación de empleo.
«Una reforma del año 2013 siguió la anterior línea argumentativa y los resultados aun cuando positivos son modestos. La informalidad apenas se redujo un 5 %», dice Cruz.
Para Cruz, la creación de empleos formales es una tarea mucho más compleja que lo enunciado anteriormente. Tiene que ver con la integración de la economía nacional a cadenas productivas globales en industrias que generen alto valor agregado, lo que supone la formación de mano de obra calificada en estas tareas, el mejoramiento de la infraestructura logística del país, la simplificación de los regímenes regulatorios y fiscales existentes, y una mejor ordenación territorial, en especial de las ciudades donde vive el 80 % de los colombianos.
«El problema es que estas medidas solo arrojan frutos pasadas varias generaciones y los electorados son impacientes y exigen soluciones definitivas e inmediatas, lo que es un imposible en la práctica», afirma Cruz.
Para Cruz muchos colombianos son conscientes de la importancia de ahorrar para tener ingresos una vez su etapa laboral concluya, pero en muchos casos existe una imposibilidad de hacerlo. Destaca que en Colombia una de cada dos personas trabaja en empleos precarios. La mayoría de ellos en negocios muy pequeños o de manera individual.
«Estos empleos se caracterizan por tener bajos niveles de productividad e ingresos. Los ejemplos abundan: vendedores ambulantes, taxistas y mototaxistas, personas que prestan los servicios de aseo, vigilancia, mantenimiento o domicilios o personas que trabajan en negocios pequeños como peluquerías, tiendas, restaurantes y bares. Ni que decir de los campesinos que trabajan para sí mismos o al destajo para terceros que en el 85 % de los casos no cotizan a pensión», describe.
En todos estos casos se requieren medidas que permitan flexibilizar la regulación existente que exige que solo se pueden hacer cotizaciones por encima de un salario mínimo y la adopción de otro tipo de medidas que combatan la informalidad.
Adicionalmente, existe una franja, cercana al 20 %, de trabajadores colombianos que aún teniendo empleos buenos no cotizan. Lo hacen porque privilegian el presente y no tienen consideración alguna sobre su futuro, lo que se traduce en una baja propensión al ahorro. Además, piensan que no llegarán a viejos, aun cuando los datos demuestran que un 96 % de las mujeres y un 90 % de los hombres alcanzan la edad de pensión.
«Otro de los factores es la desconfianza en las instituciones públicas y privadas que administran el sistema debido a los escándalos de corrupción y malos manejos del pasado. Así mismo y de manera paradójica existe un exceso de confianza en las decisiones de inversión propias, que lleva a que muchas personas monten sus propios negocios o inviertan por ejemplo en hacerle un segundo piso a la casa para arrendarla. No saben las personas que un 75% de estas iniciativas fracasan a la vuelta de dos años», describe Cruz.
Finalmente existe un problema en el control por parte del Estado. Desde su punto de vista no es posible que en Colombia coticen frecuentemente cerca de 12 millones al sistema de salud, mientras que a pensiones solo lo hagan 8 millones. «La implementación de la planilla única de liquidación de aportes hace más de diez años y la obligatoriedad de hacer aportes a salud y pensiones por parte de los independientes desde el 2015 cuestionan la efectividad de las políticas públicas que se han adoptado para aumentar el recaudo», critica Cruz.
Cruz trae a colación una teoría de Richard Thaler, premio nobel de economía 2017 y padre de la economía del comportamiento. Lo primero, dice, es que el cálculo mismo de cuánto se debe ahorrar para la pensión es un problema actuarial complejo y las personas prefieren obviarlo. Así mismo, la mayoría de las personas no tienen suficiente fuerza de voluntad para poner en práctica su plan de ahorro debido a que es muy fácil crear hábitos de consumo y muy difícil renunciar a ellos. Además, las personas no entienden los beneficios de pensar en el largo plazo teniendo la posibilidad de satisfacer sus deseos en el presente.
«Una política pública inteligente debería procurar la simplificación de las cuentas para los afiliados al sistema de pensiones, de manera que con ejemplos sencillos se sepa cuánto se debe ahorrar. Así mismo se pueden pensar en mecanismos que obliguen a que los ingresos futuros de las personas: aquellos que aún no se recibido sean gravados de manera más severa», recomienda Cruz.