Hernando Bermúdez afirma que, con la modernización de la Ley 43 de 1990, seguramente se aclararían varios asuntos de procedimiento en la enseñanza y se reforzaría una visión social de la profesión.
No cree que, en la parte técnica, a la hora de transmitir conocimientos contables se avance mucho.
Hernando Bermúdez afirma que, con la modernización de la Ley 43 de 1990, seguramente se aclararían varios asuntos de procedimiento en la enseñanza y se reforzaría una visión social de la profesión.
No cree que, en la parte técnica, a la hora de transmitir conocimientos contables se avance mucho.
Hernando Bermúdez Gómez, profesor asociado del Departamento de Ciencias Contables de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, coordinador del Centro de Estudios en Derecho Contable y editor de Contrapartida, asegura que quienes enseñan contaduría pública desde la academia deben contar con un pensamiento de vanguardia en ciencias contables y no solo en Estándares Internacionales.
En mi concepto, las instituciones de educación superior (no solo las universidades) están invirtiendo muy poco en la infraestructura necesaria para una adecuada educación contable.
Por lo tanto, deberían fortalecerse los criterios mínimos de calidad que todos debemos cumplir; específicamente, los temas relacionados con los sistemas de información y con el acceso a la documentación técnica requieren de grandes recursos.
Enseñando. Para ello, primero hay que tener profesores que hayan estudiado a fondo. En la universidad Javeriana, por ejemplo, iniciamos estudios sobre Normas Internacionales hacia 1992 y abrimos especializaciones hacia el 2000.
Cuando las normas se hicieron obligatorias estábamos listos y con otras preocupaciones.
Además, estamos transmitiendo de forma gratuita las sesiones de Audire, que en algo pueden contribuir. Pongo esto como un ejemplo para recordar a quienes ya no están con nosotros, pero tuvieron la visión necesaria.
Ahora bien, el pensamiento de vanguardia debe ser en ciencias contables y no solo en Estándares Internacionales.
Los profesores debemos demostrar nuestra competencia ante nuestros pares. Hay muchas formas: exposiciones, escritos, participación en centros de estudios, en redes académicas, etc.
Debemos demostrar que la ética está primero que los estándares de la práctica. Se puede apoyar, dudar o contradecir, pero debe ser con argumentos y no con pasiones ni con retórica.
Se necesita evidencia de todo lo que se afirma. Esa competencia debe corresponder a la frontera del conocimiento y no a lo que se popularizó hace un tiempo.
Primero hay que conocer las propuestas. Seguramente se aclararían varios asuntos de procedimiento y se reforzaría una visión social de la profesión. En lo técnico no creo que avancen mucho.
La tecnología viene cambiando el mundo desde los años 50 del siglo pasado; de ello no ha escapado la enseñanza.
Cada día tenemos más posibilidades de análisis, sea para el desempeño como contador administrativo (es decir, en la alta gerencia), asegurador, consultor, perito o docente.
Creo en la libre oferta y demanda, porque es lo que mejor corresponde a la libertad de aprendizaje y a la de enseñanza.
Si no se elevan los requisitos de calidad, como se debiera, habrá que imponer un examen obligatorio para los egresados de pregrado y de los otros niveles. Debido a que los pregrados los están achicando, habrá menos profesionales con formación adecuada.
Si el acceso a las especializaciones continúa siendo tan complicado y las especializaciones tan solo un enfoque de pregrado, no se aumentará la competencia.
Obviamente todos diremos que eso no pasará, pero basta examinar lo que hoy hay, pues ello es prueba de lo que las Normas Internacionales de Formación –IES, por sus siglas en inglés– realmente hacen, lo que no coincide con lo que algunos profesores desean.