Para analistas del CEDE, la tarifa de renta del 35 % para empresas es un retroceso que nos aleja de los países de la OCDE.
El país deberá revisar su alta renta corporativa y confrontar los problemas de diseño en el ICA.
Se considera negativo validar la protección a pensionados con capacidad de aportar.
Para analistas del CEDE, la tarifa de renta del 35 % para empresas es un retroceso que nos aleja de los países de la OCDE.
El país deberá revisar su alta renta corporativa y confrontar los problemas de diseño en el ICA.
Se considera negativo validar la protección a pensionados con capacidad de aportar.
En la Nota Macroeconómica n.º 31, La nueva propuesta de reforma tributaria: elementos para el debate parlamentario, el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico –CEDE– de la Universidad de los Andes afirma que el proyecto de ley de reforma tributaria es políticamente viable y tiene la virtud de generar nuevos ingresos muy necesarios, al tiempo que ajusta la regla fiscal para ayudar a recuperar la golpeada credibilidad fiscal del país.
Sin embargo, no avanza hacia la estructura fiscal deseable, perpetuando algunas inequidades y agravando otras. Advierte la entidad:
Algunos de esos avances tendrán que quedar para una reforma temprana en el próximo gobierno y otros deberían incorporarse durante el trámite por el Congreso.
De acuerdo con la entidad, los principales elementos de la propuesta de generación de ingresos, si bien se presentan como cambios permanentes en el estatuto tributario, lucen insostenibles:
Muchos de los impuestos sobre personas naturales de la reforma retirada en el primer semestre del año resultaron inviables. Aunque afectaban a sectores relativamente privilegiados en el contexto nacional, tanto las enormes dificultades económicas por la pandemia como el desprestigio de la cultura tributaria en el país mostraron que no es el momento oportuno para aumentar las cargas sobre el 30 % o incluso el 20 % de los hogares más ricos del país.
Sin embargo, la entidad no encuentra justificable renunciar a incrementar la carga sobre el 5 % o el 1 % de los hogares más ricos. De hecho, este parece ser el primer paso necesario para construir un sistema más justo con la legitimidad que luego permita demandar un apoyo de los demás en proporción a sus posibilidades.
En Colombia, los que más tienen conforman una clase de altísimos ingresos muy delgada. La primera versión de la reforma proponía un impuesto a los altos patrimonios de las personas naturales, modificaba tasas y apretaba tuercas a los descuentos tributarios que facilitan reducciones tributarias de aquellos con más ingresos.
Ese espíritu puede y debe recuperarse en esta reforma, con algunos ajustes para solucionar huecos que persistían en esa propuesta inicial.
También sería necesario repasar los cambios a dividendos a la luz de la más elevada tasa empresarial y la consecuente exacerbada preocupación de la doble tributación para accionistas de empresas.
De otro lado, se encuentran unos pocos pensionados con pensiones muy elevadas y con frecuencia altamente subsidiadas por los contribuyentes respecto del ahorro real pensional logrado mientras trabajaban. Al respecto, esto dice la universidad:
Consideramos muy negativo el mensaje de validar la protección a pensionados con capacidad sobrada de aportar, continuando la mala práctica de no considerar sus ingresos como sujetos de tributo en las mismas condiciones de los ingresos de las demás personas.