Para Rosa Cañete, coordinadora del programa de lucha contra la desigualdad de Oxfam en Latinoamérica y el Caribe, muchas empresas que reciben beneficios tributarios no los usan con transparencia, y no se alcanza a determinar si estos están trayendo más costos que beneficios para la sociedad.
Para Rosa Cañete, coordinadora del programa de lucha contra la desigualdad de Oxfam en Latinoamérica y el Caribe, muchas empresas que reciben beneficios tributarios no los usan con transparencia, y no se alcanza a determinar si estos están trayendo más costos que beneficios para la sociedad.
Rosa Cañete, coordinadora del programa de lucha contra la desigualdad de Oxfam en Latinoamérica y el Caribe, afirma en entrevista con Actualícese que si se bajan los impuestos que pagan las empresas suelen darse dos escenarios. Uno, aumentan los impuestos que pagan las personas. Dos, se reducen los recursos públicos, y por lo tanto los servicios que deben garantizar los derechos de la ciudadanía.
“Es importante entender que el gasto tributario se utiliza para impulsar, en teoría, objetivos positivos para la sociedad en su conjunto. En el caso de los incentivos fiscales a las empresas, estos objetivos son aumentar la inversión o el empleo”, afirma Cañete.
El problema está, como lo describe ella, en que casi no se evalúa si esto se cumple o no, ni qué empresas están concentrando el beneficio que se otorga. El problema también está en la falta de transparencia de las empresas que los reciben, y en la escasez de estudios realizados en la región para determinar si estas exenciones están trayendo más costos que beneficios para la sociedad.
“Cuando los costos son superiores a los beneficios, o cuando el beneficio se concentra en muy pocas empresas o cuando el empleo generado es poco o de baja calidad entonces sí, es un llamado a la desigualdad”, explica.
Para Cañete es clave perseguir la evasión y reducir las posibilidades de elusión. Si bien en Colombia hay políticas importantes para perseguir la evasión, muy a menudo hay un límite para reducir la elusión desde un país en solitario.
“Depende en gran medida de llegar a acuerdos entre países que puedan cerrar las puertas al uso de paraísos fiscales y a acabar moviendo de forma contable los beneficios de las empresas a aquellos territorios donde hay posibilidad de no pagar o pagar poco”, afirma.
En cuanto a los incentivos a empresas, los países en desarrollo están compitiendo entre ellos para atraer inversión, con base en rebajas tributarias. “Estamos compitiendo entre los perdedores del sistema de gobernanza fiscal global. Resulta crucial aprovechar y dar impulso a la formulación y adopción de una nueva generación de medidas que fortalezca el modelo de la tributación internacional”, dice Cañete.
Es la oportunidad de establecer parámetros para definir una tributación efectiva mínima para las grandes empresas, allí donde realizan su actividad real, lo que implicará una revisión de los incentivos ineficientes.
Sobre la posición de que rebajarle impuestos a las empresas en sinónimo de crear empleo y aumentar la competitividad por parte de estas, Cañete dice que no siempre es así. “La evidencia recogida muestra que no están siendo eficientes para cumplir con los objetivos de empleo o competitividad”.
Los estudios económicos disponibles muestran que los incentivos tributarios constituyen solo uno de los factores que pueden afectar la inversión, el empleo y el crecimiento económico, dado que existen otros elementos externos al sistema tributario que resultan más relevantes.
Cañete nombra, entre estos, a la calidad de las instituciones, la calidad de la infraestructura, el tamaño del mercado y la estabilidad económica, política y social.