Se acordará que la jornada laboral de 36 horas se realice en períodos diarios flexibles de trabajo, distribuidos en máximo 6 días a la semana con un día de descanso.
Una jornada laboral menos extensa es sinónimo de aumentar la productividad; un empleado con mejores condiciones laborales rendiría más.
Se acordará que la jornada laboral de 36 horas se realice en períodos diarios flexibles de trabajo, distribuidos en máximo 6 días a la semana con un día de descanso.
Una jornada laboral menos extensa es sinónimo de aumentar la productividad; un empleado con mejores condiciones laborales rendiría más.
León Fredy Muñoz, representante a la Cámara por el Partido Verde presentó un proyecto de ley con el cual se busca reducir la jornada laboral de 48 a 36 horas semanales. Así el trabajo diario pasaría de ocho (8) a seis (6) horas, sin afectar los salarios que reciben los trabajadores.
Para Muñoz, con la ley se evitaría el ausentismo laboral a causa de permisos, se le dedicaría más tiempo a la familia y las personas tendrían una expectativa de vida más sana.
Además, otra de las razones expuestas por el congresista es que Colombia, según la OCDE, es el país donde se trabaja más horas a la semana.
Juan Carlos Celis y Jaime Alberto Rendón, miembros de la Asociación Colombiana de Estudios del Trabajo –ACET–, en su análisis Es hora de cambiar la jornada de trabajo, indican que reducir la jornada laboral es sinónimo de productividad.
«Colombia, al igual que otros nueve países de América Latina, mantiene una jornada de 48 horas. Otros nueve están en el rango de 40 – 47 horas, siendo Ecuador el de menor horas de trabajo a la semana, con 40», describen.
Para ellos, la idea de reducir la jornada está siempre atada a dos tipos de preocupaciones. La primera, los costos de la medida y la segunda, los efectos sobre la productividad.
Frente a la segunda, estudios de la OCDE y del FMI han demostrado que no hay una relación evidente entre el número de horas trabajadas y la productividad; las economías de mayor productividad tienen las menores jornadas laborales, como es el caso de los países desarrollados.
«Japón, por ejemplo, realizó un piloto de reducción de un día en su jornada laboral, a cuatro días, generándose un aumento importante de la productividad (39,9 % de las ventas por empleado). El incentivo a mayor libertad y días para otras actividades se ha demostrado que traen resultados significativos en aumentos de la productividad», ilustra el análisis.
Frente a los costos, «es claro que esto significará un aumento considerable». Mantener los salarios actuales podría significar costos por 35 billones de pesos, más lo que pueda representar la ampliación de la planta y de nuevos turnos de trabajo, lo que tendrá que verse compensado con una mayor capacidad adquisitiva por parte de la población y, por lo tanto, un incremento sustancial de las compras y los mercados locales.