Este Estándar Internacional plantea lineamientos como la definición del enfoque, el cual puede ser general o simplificado. De igual forma, incorpora variables macroeconómicas para identificar las cualidades del mercado que puedan afectar la pérdida esperada de los activos financieros.
Este Estándar Internacional plantea lineamientos como la definición del enfoque, el cual puede ser general o simplificado. De igual forma, incorpora variables macroeconómicas para identificar las cualidades del mercado que puedan afectar la pérdida esperada de los activos financieros.
Con la entrada en vigencia de la NIIF 9, uno de los impactos más importantes es la transición a un modelo de deterioro basado en las pérdidas esperadas para los activos financieros. «La transición busca que las entidades se anticipen a la materialización de eventos de riesgo de crédito y puedan cubrir las posibles pérdidas una vez se materialicen», indica Brayan Rojas, senior manager de KPMG Colombia en su análisis Enfoque simplificado: Una alternativa a la medición del deterioro bajo IFRS 9. Cabe anotar que en Colombia esta NIIF empezó a regir a partir del 1 de enero de 2018, conforme a lo expuesto en el Decreto 2496 de 2015.
Aunque sobre el sector financiero recaen los mayores esfuerzos en la incorporación de modelos de pérdida esperada, el reto para el sector real no resulta ser menor, teniendo en cuenta que muchas de estas entidades no cuentan con áreas especializadas en administración de riesgo de crédito. En consecuencia, incorporar los nuevos requerimientos ha sido traumático ya que abordan conceptos que se escapan del conocimiento de las áreas contables asociados con temas estadísticos y probabilísticos.
Adicionalmente, Rojas indica que la ambigüedad de la norma en cuanto al diseño de los modelos de pérdida esperada hace que se generen diferentes retos que no permiten a las entidades converger con facilidad hacia los requerimientos de la NIIF 9.
Aunque la norma no señala cómo se deben construir los modelos de deterioro, sí plantea lineamientos a los que se deben acoger, entre los que se encuentra la definición del enfoque, el cual puede ser general o simplificado. «La diferencia entre estos enfoques radica en que para el general se calcula la pérdida esperada para 12 meses cuando no hay un incremento significativo y para toda la vida cuando lo haya, por su parte en el simplificado el deterioro se calcula para toda la vida del instrumento», afirma Rojas en su análisis.
Rojas explica que el espíritu de este estándar es reconocer el incremento o disminución del riesgo de crédito a lo largo de la vida del activo y en la medida que vaya cambiando. No obstante, en la práctica existen activos financieros menos complejos que se caracterizan por ser de corto plazo y no contener un componente financiero significativo, siendo estos activos principalmente cuentas por cobrar comerciales que componen la cartera de entidades del sector real.
La principal diferencia entre los dos enfoques es el período sobre el cual se calculan las pérdidas esperadas, ya que en el general se realiza una división entre 12 meses y toda la vida cuando hay un incremento significativo, mientras que en el enfoque simplificado se realiza un cálculo para toda la vida del activo.
Otro de los nuevos requerimientos en la NIIF 9 es la incorporación de variables macroeconómicas para afectar la pérdida esperada, lo que se conoce como Forward Looking, que buscan identificar variables de mercado que puedan afectar la pérdida esperada, incorporación que se debe hacer tanto para el modelo general como para el simplificado.
La decisión de adoptar o no el enfoque simplificado recae totalmente sobre la entidad y tendrá un efecto en el valor del deterioro. «Por regla general el valor que arroja el enfoque simplificado es mayor o igual al deterioro bajo enfoque general. La NIIF 9 menciona en el párrafo 5.5.15 que las entidades pueden aplicar el enfoque simplificado cuando el activo tiene un plazo de un año o menos o cuando no tiene un componente de financiamiento significativo, no obstante, en el literal b del mismo párrafo establece que las entidades se pueden acoger al enfoque simplificado incluso cuando el activo cuenta con un componente de financiamiento significativo pero que por política contable decide medir la corrección del valor para toda la vida del activo», explica Rojas en su análisis.