Para Jersson Rodríguez, cambiar las reglas tributarias cada año genera inestabilidad y pérdida de confianza en las normativas gubernamentales.
Se debe reducir la evasión de impuestos y erradicar la corrupción.
Si se avanza en esto, se pueden subsanar las arcas fiscales, sin presionar más al ciudadano.
Para Jersson Rodríguez, cambiar las reglas tributarias cada año genera inestabilidad y pérdida de confianza en las normativas gubernamentales.
Se debe reducir la evasión de impuestos y erradicar la corrupción.
Si se avanza en esto, se pueden subsanar las arcas fiscales, sin presionar más al ciudadano.
Jersson Oswaldo Rodríguez Cuervo, magíster en Administración de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Finanzas con énfasis en Evaluación de Proyectos, afirma que el GMF hace parte de uno de los principales lastres de la virtualización de la economía y que los días sin IVA podrían convertirse en una actividad de evasión.
En una coyuntura económica como en la que se encuentra el país, el Gobierno está observando todas las posibles aristas para lograr subsanar las arcas fiscales. En este sentido, un posible impuesto a las plataformas digitales es una opción válida y muy probable.
Actualmente, en diversos países ya se cobra un impuesto similar a las plataformas digitales. El famoso impuesto GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), que básicamente corresponde a una tributación entre el 3 % y el 5 % del total de facturación de las compañías, lo cual podría ser una interesante opción para 2021.
No obstante, hay algunas consideraciones que deben tenerse en cuenta: un posible nuevo impuesto a plataformas digitales debe regularse de tal manera que no se traslade esta carga tributaria a los usuarios, sino que sea asumido realmente por las compañías.
Debe revisarse con lupa el posible impacto de este impuesto de cara a la normativa vigente en Colombia asociada a los tratados de libre comercio. Vale la pena recordar la situación que afrontó a inicios de este año Bruno Le Marie, ministro francés de Economía, en la que justamente la propuesta de gravar a las plataformas digitales desató conflictos de economía política tributaria con el Gobierno de EE. UU., el cual, en cierto momento, llegó a plantear el cobro de aranceles a algunos productos franceses.
Considero que la situación actual para el sector empresarial colombiano no es la indicada para plantear posibles ajustes tributarios que generen mayor carga sobre las empresas, ya que muchas, a duras penas, han logrado subsistir a la pandemia.
Adicionalmente, en este momento, el arma de batalla para el Gobierno debe ser la dinamización de la economía y la generación de empleo, lo cual claramente no se logrará si no se trabaja mancomunadamente con el sector empresarial.
Realmente, considero que este juego de ajustes tributarios es un despropósito para la estabilidad fiscal de un país. Básicamente, estamos en un tablero en el que se están cambiando las reglas de juego cada año, lo cual genera inestabilidad y pérdida de confianza en las normativas gubernamentales.
En cuanto a las variables de ampliar la base de contribuyentes o cobrar más impuestos, debería contemplarse una tercera alternativa que ha sido punta de lanza de varias reformas, sin embargo, no ha generado mayores resultados, y es el reducir la evasión de impuestos y erradicar la corrupción.
Sinceramente, considero que si se logran avances contundentes en estos flancos se pueden subsanar las arcas fiscales sin necesidad de afectar al sector empresarial que está tratando de reconstruirse y sin presionar más al ciudadano de a pie, quien ve como cada mes le generan retenciones y le cobran impuestos, pero no ve ningún tipo de mejora en su calidad de vida con los aportes que hace al país.
En Colombia las reformas tributarias se han transformado en el arte de buscar lo posible para mantener el barco a flote durante un año, y no en lo necesario para que el barco perdure
Si bien el primer día sin IVA fue un despropósito en términos de bioseguridad para el país, mostrando ser uno de esos errores crasos del Gobierno, sí considero que, al menos mientras se logra superar la crisis generada por el covid, se debe mantener.
Esto debido a que dinamiza la economía en un momento en el que justamente eso es lo que se requiere para generar empleos. Sin embargo, en un mediano plazo, es necesario revisar qué tan pertinente sería prolongar esta medida más allá de la crisis, ya que se vuelve en un cultivo perfecto para la evasión del impuesto y torna aún más difícil la labor de la administración de impuestos del país.
En lo referente al GMF, considero que hace parte de uno de los principales lastres de la virtualización de la economía. Es un impuesto que desincentiva el uso de dinero electrónico (que valga verdades es más fácil de vigilar que el dinero físico) y, por ende, termina siendo un factor potenciador de esa economía informal que es la fuente de la evasión de impuestos.
Ahora bien, es innegable que desmontar el GMF dejaría un vacío importante en las arcas estatales y más aún en la situación actual en la que se necesita este recaudo, por lo que debe pensarse con bastante calma y precisión cuál sería la mejor alternativa para cubrir el recaudo que se deje de percibir por el GMF, antes de pensar en su desmonte paulatino.
Esta idea ha sido un tema recurrente en las últimas reformas tributarias, y cómo no lo va a ser, si está claro que resulta 1.000 veces más fácil buscar nuevas fuentes de ingreso a costa de los ciudadanos que realmente reestructurar todo el sistema para corregir esas fallas que causan que lo recaudado no llegue a su destino o que ni siquiera se llegue a gravar a los que por ley deberían estar tributando.
Como dicta el adagio popular, “del afán solo queda el cansancio”, y esto aplica exactamente a esta situación. El Gobierno tiene un afán impresionante por buscar nuevos recursos que le permitan cubrir las arcas fiscales para un 2021 lleno de incertidumbre, ante lo cual piensa en las soluciones que menos esfuerzos implican para atraer mayores ingresos, y una de esas soluciones es aumentar el IVA a la canasta familiar (canasta que hoy en día ya está gravada en alrededor del 60 %).
Sin embargo, esta es una solución poco brillante, por no decir más, porque no veo cómo se puede pensar en tratar de seguir presionando a los ciudadanos con más impuestos para seguirlos depositando en un arca que tiene huecos sin restaurar. Esto lo único que hará es que siga escapando el dinero de las manos del Gobierno, dejando así a un Estado cansado de impuestos, promesas y soluciones que solo están pensadas en salvar el capital político del mandatario de turno.
Realmente, lo que debería plantearse es un plan estructurado para ordenar la casa. Reestructurar el orden tributario, erradicar la corrupción, ir con todos los dientes a castigar la evasión, para así restaurar esa arca tributaria, y luego pensar si realmente es necesario buscar nuevos tributos.