Hernando Bermúdez dice que hay que fortalecer el estudio de los sistemas de información, profundizar en la contabilidad administrativa, mejorar la calidad de los servicios de aseguramiento.
Fabio Trompa indica que reformar los planes de estudio y volver a enfocar los perfiles profesionales son tareas que están siendo abocadas por un grupo de programas académicos.
Hernando Bermúdez dice que hay que fortalecer el estudio de los sistemas de información, profundizar en la contabilidad administrativa, mejorar la calidad de los servicios de aseguramiento.
Fabio Trompa indica que reformar los planes de estudio y volver a enfocar los perfiles profesionales son tareas que están siendo abocadas por un grupo de programas académicos.
El próximo 1.o de marzo celebraremos el Día del Contador Público en Colombia. Este año podríamos decir que es ‘diferente’. Primero, la pandemia hizo que el accionar y el rol de los contadores públicos cambiara.
Segundo y muy importante, los contadores públicos colombianos se han unido para modernizar la Ley 43 de 1990. Llego la hora de estar a la vanguardia de lo que exigen los estándares internacionales.
A nuestros invitados este año, les planteamos tres preguntas, con las cuales buscamos profundizar en los dos planteamientos anteriores:
Nuestros dos primeros invitados en este especial del Día del Contador Público en Colombia son profesionales involucrados en la academia y quienes nos dan su punto de vista como formadores de futuros profesionales contables.
Desde el punto de Bermúdez, todas las áreas de la profesión contable están avanzando tan rápidamente como el mundo lo hace. Por lo tanto, en todos los aspectos hay que modernizarse.
«Por ejemplo, hay que fortalecer el estudio de los sistemas de información, profundizar en la contabilidad administrativa, mejorar la calidad de los servicios de aseguramiento a la luz de los anhelos del interés público», dice.
Lo anterior, supone un gran esfuerzo por parte de las instituciones de educación superior, profesores y estudiantes, así como inmensos esfuerzos de los egresados.
Frente a los organismos de la profesión, Bermúdez indica que la JCC es un órgano disciplinario, no debe salirse de su rol.
«Hay mucho por hacer que no se hace. Deberíamos estar vinculados a International Forum of Independent Audit Regulators –IFIAR- y practicar mucha más transparencia sobre los procesos. No se conoce su doctrina», dice.
Por su parte, el CTCP debe investigar más sobre lo que está pasando en la frontera del conocimiento contable. «Al revisar páginas de otros órganos similares uno advierte una actividad de orientación mucho más sostenida y profunda», dice. «Claro que todo es un sueño mientras su presupuesto sea ínfimo y su planta inexistente», agrega. Piensa que la CGN está esforzándose.
Recalca que el principal problema está en la falta de decisión del Gobierno para articular el presupuesto con la contabilidad financiera e informar completamente sobre asuntos, tales como las pensiones o los procesos contra el Estado.
Sobre el perfil del profesional contable por la pandemia, dice que a todos nos tocó aprender a trabajar por medios electrónicos. Sin embargo, muchas empresas entraron en conflicto con sus revisores fiscales. Hay trabajos muy atrasados, profesionales reemplazados, honorarios pagados de más y de menos.
«Todo revisor fiscal debería acreditar que se actualiza en revisoría fiscal año a año. Hay muchos profesionales que no aplican las normas de auditoría como lo exige la Ley 43 de 1990. En el futuro, las empresas se habrán computarizado más y los contadores deberán tener mejores competencias en esta materia. Lo esencial que es impulsar el desarrollo con base en la información seguirá siendo la prioridad de los buenos contadores», advierte Bermúdez.
Trompa Ayala dice que tener instituciones sólidas garantizan el desarrollo económico y social de un país. «La contaduría pública, en el mundo es una industria de servicios de contabilidad, impuestos y auditoría. Solo las cuatro grandes mueven entre 160 a 180 mil millones de dólares al año. Este oligopolio es difícil de controlar en cada uno de los países donde operan, de tal manera que una regulación sólida que fije reglas claras para un mercado competitivo es uno de los retos por abordar», puntualiza.
Para él, regular el ejercicio de la revisoría fiscal y actualizar la Ley 43 de 1990 son, hoy, tareas más que urgentes para nuestro país.
La formación profesional de contadores está sufriendo impactos significativos provenientes de la crisis global de la educación superior y de las transformaciones, que las revoluciones digitales y tecnológicas están provocando en el mundo del trabajo.
«Reformar los planes de estudio y volver a enfocar los perfiles profesionales son tareas que están siendo abocadas por un grupo importante de programas académicos en nuestro medio», indica.
Explica que desde sus orígenes, existen problemáticas que ha presentado el desarrollo de la profesión contable en nuestro medio. Uno de los problemas que enuncia Trompa Ayala es la ausencia de un gremio único que represente de forma legítima sus intereses.
Desde su punto de vista, el CTCP y la JCC, junto con la Contaduría General de la Nación tienen una órbita funcional definida por la ley, ya sea de inspección, vigilancia y control del ejercicio profesional, o de orientación técnico-científica o de regulación de la contabilidad pública, las cuales cumplen en medio de sus limitaciones.
«La real transformación debe ser provocada por los propios contadores (275 mil registrados y activos, cerca 250 mil estudiantes en los diferentes niveles de formación) la consolidación de un gremio único que convoque a la mayoría y logre los consensos para su desarrollo es el camino. De lo contrario otros seguirán decidiendo sobre nuestro propio destino», advierte.
Describe que las formas de trabajo tanto como contador independiente o como vinculado con una organización se ha visto claramente afectadas en medio de la pandemia.
«Se ha visto una creciente incorporación de herramientas tecnológicas con énfasis analítica de datos, entre otros. Enormes retos aparecen para el ejercicio de la auditoría por las eventuales dificultades para la valoración real de riesgos por la creciente medidas de excepcionalidad que se adoptaron en las empresas para enfrentar la crisis», dice.
El aumento pospandemia del teletrabajo y el trabajo remoto se incorporarán de forma permanente en las empresas y en las organizaciones profesionales de contadores, lo que indica claras políticas laborales para incentivar y mantener el trabajo en equipo y una eventual “deshumanización” en las relaciones intra y extra laborales.
«De esta forma, el perfil profesional debe profundizar, como se venía exigiendo, en las denominadas habilidades blandas (empatía, trabajo en equipo, resolución de problemas, comunicación asertiva, resiliencia, gestión de cambio, etc) que se combinen con una excelente preparación técnica, de capacidad analítica y profunda convicción ética y deontológica», indica.