El mercado laboral se está reacomodando. La adaptación de muchas personas al trabajo remoto y su deseo de no renunciar a la flexibilidad, así lo indican.
La satisfacción de las personas en el lugar de trabajo incidirá directamente en la calidad de sus labores y puede conectarse con indicadores productivos.
El mercado laboral se está reacomodando. La adaptación de muchas personas al trabajo remoto y su deseo de no renunciar a la flexibilidad, así lo indican.
La satisfacción de las personas en el lugar de trabajo incidirá directamente en la calidad de sus labores y puede conectarse con indicadores productivos.
La protección de puestos de trabajo y la creación de nuevos empleos ha sido una prioridad desde el inicio de la crisis provocada por la pandemia.
La promoción del empleo es una de las prioridades de las políticas públicas que con el paso de los meses a dado a conocer el Gobierno nacional, así lo demuestran diversas estrategias planteadas en el Marco Fiscal de Mediano Plazo y proposiciones expuestas en el proyecto de ley de reforma tributaria.
La prioridad es y seguirá siendo la creación de más y más empleos, así lo indican los discursos que a diario vemos por parte de nuestros gobernantes. Además, la mayoría de personas todavía se muestran preocupadas por mantener sus empleos y proteger sus ingresos en medio de la crisis.
Sin embargo y frente a lo anterior el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana en su blog detalla sobre una tendencia laboral que se está presentando en el mundo como es «la gran renuncia».
¿Qué quiere decir este concepto? Se trata del récord histórico de renuncias voluntarias registrado en Estados Unidos. “Casi cuatro millones de trabajadores (…) dejaron sus puestos en abril” de 2021. Se trata de la cifra más alta desde que se comenzó a llevar este registro en el año 2000″, registra el blog.
La reacomodación del mercado laboral estadounidense se explicaría a partir de cuatro factores:
“»La gran renuncia” podría convertirse en un fenómeno global, a juzgar por los resultados de un estudio encargado por Microsoft que revela que más del 40 % de la fuerza laboral global está evaluando la posibilidad de cambiar de empleador este año”, destaca el Observatorio.
¿Una dinámica de esta naturaleza podría tener impactos potenciales en Colombia? Se pregunta el Observatorio. Dinámicas como la rotación en puestos con salarios bajos pueden observarse en sectores productivos del país como los servicios, y los renglones operativos de las cadenas de valor.
Es un proceso que también impulsa a los empleadores a diseñar y ofrecer nuevas y mejores condiciones a los nuevos talentos que quieran atraer a sus empresas (no solo a los empleos mejor pagos).
«Esta es una consideración relevante en el contexto laboral de Colombia en la actualidad, donde la prioridad en la generación de empleo se ha puesto en poblaciones como los jóvenes», puntualiza.
La preocupación de los ciudadanos se centra en la disponibilidad de empleo, y las perspectivas que advierten las personas no son del todo alentadoras. La más reciente encuesta Pulso Social, realizada por el Dane, indica que el 67,5 % de los encuestados considera que el empleo va a disminuir.
El Observatorio indica que un análisis de la política laboral y de la generación de empleo corre el riesgo de caer en una equivocada simplificación del tipo “les están dando trabajo, que estén felices y no se quejen tanto, al fin y al cabo tienen empleo en medio de la crisis”.
Tener empleo en medio de una coyuntura tan compleja es un elemento más que positivo. Y, aunque las condiciones no sean las deseadas, siempre serán más las personas que quieran conservar su empleo que aventurarse a encontrar otro en un escenario incierto. Tener empleo será siempre mejor que no tenerlo.
«No obstante, las políticas de promoción del empleo deben tener en cuenta este tipo de dinámicas globales, pues dan cuenta de las expectativas de las personas y de cómo se ven a sí mismas dentro del mercado laboral».
La satisfacción de las personas en el lugar de trabajo incidirá directamente en la calidad de las labores y puede conectarse directamente no solo con la productividad, sino con valores agregados (gestión del tiempo, clima personal y reputación) que inciden en los indicadores productivos y, en últimas, en indicadores de carácter macroeconómico, e incluso fiscal.
«Aunque tendencias como “la gran renuncia” parecería alejadas de la realidad que vivimos, varias lecciones se pueden extraer. Generar empleo es una necesidad de primer orden. Garantizar que este, además de digno y pagado de forma adecuada, comience a ajustarse a las expectativas de las personas en materia de calidad de vida, debe estar también en este orden de prioridades», concluye el Observatorio.