La calidad en la profesión del contador público no debe entenderse solo como un requisito legal por cumplir para evitar sanciones, todo lo contrario: es una herramienta que le permite potencializar sus servicios e imagen frente a sus clientes. En este editorial profundizamos en ello.
La calidad en la profesión del contador público no debe entenderse solo como un requisito legal por cumplir para evitar sanciones, todo lo contrario: es una herramienta que le permite potencializar sus servicios e imagen frente a sus clientes. En este editorial profundizamos en ello.
En este editorial abordamos las ventajas que les trae implementar el sistema de control de calidad de la NICC 1 a los contadores públicos independientes y firmas de auditoría que desarrollan encargos de aseguramiento.
El control de calidad es un proceso transversal a todas las áreas de la firma de auditoría y a todos los procesos que desarrolla el contador público independiente, por consiguiente se ve reflejado en todas las interacciones que se tengan con los clientes, desde la presentación de la propuesta de servicios hasta la entrega del informe final del encargo, pues es una forma de garantizar el cumplimiento de los plazos acordados y la idoneidad del contenido de los informes.
Satisfacer las necesidades de los clientes y entregarles un valor agregado en sus procesos mejorará la reputación de la firma o del contador en el mercado, y esto por supuesto redundará en un aumento en la cantidad de encargos que se suscriban y su rentabilidad.
El sistema de control de calidad les exige a las firmas de auditoría y a los contadores públicos independientes estandarizar y documentar sus políticas y procedimientos para llevar a cabo los procesos estratégicos (misión, visión, oferta de servicios), administrativos (gestión de recursos humanos) y operacionales (planeación, ejecución y elaboración de los informes de los encargos). En este sentido, permite que los socios y los colaboradores cuenten con un respaldo para desarrollar cada una de las etapas de los encargos asignados, y disminuye la posibilidad de errores o fraudes, lo que resulta en un aumento en la productividad y eficiencia en la utilización de los recursos de la firma o del contador.
La Junta Central de Contadores –JCC– tiene la función de verificar que los contadores públicos y las firmas observen la normatividad vigente. En ese sentido, ha dispuesto dentro de su plan de trabajo realizar visitas in situ a los contadores públicos y a las firmas de auditoría para verificar el cumplimiento de las Normas Internacionales de Aseguramiento, entre ellas el Código de Ética y la NICC 1, que contiene los lineamientos para implementar el sistema de control de calidad (al respecto consulte nuestro editorial Todo lo que debe saber sobre las visitas de la JCC).
Es mejor atender esta tarea con prioridad y evitar futuros contratiempos.
El sistema de control de calidad en la firma de auditoría tiene dos objetivos fundamentales: permitir el cumplimiento de las disposiciones legales y profesionales y que los informes emitidos sean adecuados en función de las circunstancias. Por ello, las políticas y procedimientos apuntan en todo momento a permitir que se observen las normas vigentes según el tipo de encargo y cliente. Esto representa una gran ventaja para los profesionales, si se tiene en cuenta la responsabilidad que conlleva, para un revisor fiscal, por ejemplo, otorgar fe pública en sus dictámenes sobre estados financieros.
En algunas firmas de auditoría y de contadores públicos independientes puede observarse que no existe una cultura de actualización permanente sobre las recurrentes reformas tributarias, actualizaciones en materia de Normas de Información Financiera y Auditoría, ni comerciales y laborales, que se gestan en el campo de acción contable. Esto se debe a que los contadores se acostumbraron, en cierta forma, a un ejercicio mecánico de la profesión, debido a que las normas anteriores (Decreto 2649 de 1993 y 2650 de 1993) no fueron actualizadas durante mucho tiempo.
Con la entrada en vigencia de las Normas Internacionales de Información Financiera y las de Aseguramiento (entre ellas la NICC 1 y las NIA) emitidas por organismos internacionales, que constantemente están trabajando en la mejora de los lineamientos de presentación, medición, revelación y aseguramiento de la información financiera, se ha obligado a los contadores a cambiar esta cultura, y este es un paso positivo para el cumplimiento de la función social de la contaduría pública de otorgar confianza en los informes de las organizaciones.
Aunque muchas firmas de auditoría y contadores públicos independientes cumplen con las exigencias respecto al acuerdo de la propuesta de servicios con el cliente y el alcance del encargo, el acatamiento de los requisitos de independencia y conflicto de intereses, y la ejecución y análisis de las pruebas de auditoría, no documentan adecuadamente su desarrollo, porque no existe la cultura de hacerlo, ya sea debido a desconocimiento o porque muchas veces se piensa que nadie va a revisar ese trabajo. El control de calidad y las visitas in situ de la JCC mejoran este panorama, al ordenar que se elaboren políticas y procedimientos al respecto.
Además, recordemos que la documentación es la prueba frente a terceros de que el contador público desarrolló su trabajo en debida forma, por lo que el contador es el más beneficiado al hacerlo. El sistema de control de calidad, incluso, exige documentación menos formal para los contadores públicos independientes y las firmas pequeñas, por lo que no hay excusas.
La calidad no se limita a la redacción de un documento, sino que es un compromiso adquirido por todos los integrantes de la firma de auditoría, y por el contador público independiente, por tanto se convierte en un incentivo para conocer cuáles son los aspectos que requieran mejorarse, y emprender acciones al respecto.