Para Flor Stella Quiroga, saber cómo cobrar honorarios es clave para contadores independientes y para las sociedades pequeñas dedicadas a las labores de la profesión.
El gremio profesional debe brindar herramientas que reúnan factores para estimar el precio a cobrar por los servicios profesionales.
Flor Stella Quiroga Mora, representante de los contadores públicos ante la Junta Central de Contadores, al hablar sobre cómo y cuánto cobrar por los honorarios profesionales, afirma que el tema tiene dos aristas: «cómo cobrar y cuánto cobrar, la segunda es una consecuencia de la primera», dice.
Recuerda que la Ley 43 de 1990 en su artículo 39, sobre el derecho que se otorga al contador, indica:
(El contador tiene derecho) a recibir remuneración por su trabajo y por el que ejecutan las personas bajo su supervisión y responsabilidad. Dicha remuneración constituye su medio normal de subsistencia y de contraprestación para el personal a su servicio.
Además, en el artículo 46 se reitera:
Siendo la retribución económica de los servicios profesionales un derecho, el contador público fijará sus honorarios de conformidad con su capacidad científica y/o técnica y en relación con la importancia y circunstancias en cada uno de los casos que le corresponda cumplir, pero siempre (bajo) previo acuerdo por escrito entre el contador público y el usuario.
De esta manera, teniendo en cuenta lo que indica la normatividad, es muy importante tener claro que los profesionales de la contaduría tienen derecho al cobro de una remuneración u honorario acorde a la capacidad e idoneidad del profesional para prestar el servicio sobre el cual debe mediar un acuerdo por escrito con su contratante.
Quiroga Mora, magíster en Ciencias Administrativas, especialista en Control a la Gestión y Revisoría Fiscal en Gerencia de Impuestos, afirma que saber cómo cobrar honorarios es clave para los contadores independientes e incluso para las sociedades pequeñas dedicadas a las labores propias de la profesión contable.
No se trata de tener tarifas o tablas establecidas como fijas de cuánto cobrar por los servicios que se presten que restrinjan el mercado o que atenten contra la libre competencia.
No. Se trata de que todo contador al momento de establecer y presentar una oferta económica por sus servicios lo haga con un estándar de factores mínimos para cada servicio, que contemple factores como la capacidad de tiempo, modo y lugar y la competencia profesional que tiene para agregar al servicio.
Además, el contador público deberá considerar a cada cliente de manera independiente porque cada uno tiene características particulares y únicas que pueden incidir significativamente en la estimación del precio a cobrar por el servicio profesional.
Frente a lo anterior, es fundamental el papel del gremio profesional para brindar guías y herramientas de apoyo que reúnan todos los factores determinantes, o su mayoría, para la estimación del precio a cobrar por el servicio profesional que se preste.
Estas deben permitir atender los costos de operación en que se incurra, valorar su experiencia y su capacitación continua y encaminar el margen de rentabilidad que se desea obtener.
Este ejercicio contribuiría a formalizar el quehacer del contador, orientándolo a presentar sus propuestas u ofertas escritas, a que suscriba sus contratos eliminando informalidades verbales, a que estandarice la estructura de la forma cómo calcula sus honorarios, y a empoderar su labor (y por ende a la profesión) dándole la postura y el reconocimiento que merece.
Quiroga Mora destaca el modelo tarifario de honorarios que propone Conpucol como una herramienta de apoyo para calcular el precio de los honorarios de un contador independiente.
Este funciona mediante un procedimiento basado en los costos de operación. Además, analiza factores como el tipo de servicio, el tiempo de ejecución, la clase y tamaño de cliente, los recursos necesarios de la prestación tanto en tiempo como en recurso humano y una serie de variables que son esenciales a la hora de estimar el precio del servicio.
Es claro que no se trata de cobrar por cobrar y desarrollar un método para hacerlo, sino de generar un valor al trabajo directamente proporcional a la labor que se ejecuta; que el cliente logre evidenciar el diferencial del servicio y sentirse gratificado por ello.