Flor Stella Quiroga afirma que se debe revitalizar esta institución tan importante como es la Junta central de Contadores.
Diego Peralta advierte que los tiempos han cambiado, el número de contadores públicos aumentó y las instituciones deben transformarse y acoplarse a la actualidad.
Flor Stella Quiroga, representante de los contadores públicos ante el Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores –JCC–, afirma que las personas han confundido el Tribunal Disciplinario de la JCC con la Junta Central de Contadores. Aclara que después del año 2007 comenzó a cambiar esta percepción.
Es justo en dicho año que la JCC queda dotada de personería jurídica. Pasó del Ministerio de Educación al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo –MinCIT–, el cual tiene la responsabilidad de modernizarla y transformarla. Así se convirtió en una unidad administrativa especial. Esto explica Quiroga:
La Junta Central de Contadores se encarga de la inspección y vigilancia de la contaduría pública, que la profesión solo sea ejercida por contadores debidamente inscritos.
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Dos años después, en el 2009, se determina que la Unidad Administrativa Especial JCC continuará actuando como el tribunal disciplinario y el órgano de registro de la profesión contable. También se incluyen dentro de sus competencias los contadores públicos y las firmas de contadores públicos.
Por lo anterior, con el paso de los años, desde el Tribunal Disciplinario de la JCC se le informó al MinCIT que la capacidad para desarrollar la función disciplinaria no es la adecuada para dar garantías en calidad, celeridad y oportunidad de las actuaciones de este organismo, por lo que debe modernizarse.
Por su parte, Diego Peralta Borray, representante de las instituciones de educación superior en el Tribunal Disciplinario de la JCC, explica que la Junta Central de Contadores tiene dos grandes grupos de funciones: uno, el registro de la profesión; dos, la inspección, la vigilancia y el control disciplinario.
Aclara que la inscripción de los contadores públicos y la expedición de la tarjeta profesional están a cargo de la dirección de la JCC. Recalca:
En ocasiones nos preguntan sobre por qué la tarjeta profesional se demora mucho; el Tribunal Disciplinario no está al frente de este proceso. La inscripción está a cargo de la Junta Central de Contadores.
Peralta Borray tiene claro que la JCC tiene muchos desafíos. Uno de ellos es que los tiempos cambian y las instituciones tiene que acoplarse al paso del tiempo.
Los contadores públicos en el país han crecido. Hoy somos 295.000 contadores inscritos. Necesitamos una JCC con mayor capacidad administrativa para el registro y el control disciplinario.
Otro gran desafío que presenta la entidad, fuera de aumentar la capacidad para controlar y sancionar, es capacitar e informar a los contadores públicos sobre cuáles son las razones por las que las quejas llegan a la JCC. Muchas quejas terminan siendo sanciones y esto daña la imagen del contador público. Describe:
Hay situaciones que se están repitiendo en la JCC, se reciben muchas quejas y se está sobrepasando la capacidad administrativa de la entidad. Pero también hay que mirar esta situación para decirles a los contadores públicos que hay cosas que no se deben hacer.
Por ejemplo, si usted está trabajando y le están debiendo dinero no retenga los libros contables porque eso es sancionable. No hagan contabilidad en más de 5 sociedades por acciones.
Quiroga explica que en 1956 había 5 dignatarios que desarrollaban las actividades disciplinarias. Hoy «tenemos una estructura casi igual, ya no somos 3.000 contadores sino más de 290.000, y son 7 dignatarios».
Las reglas de trabajo, la forma y la metodología ha evolucionado, lo que hace que esto sea un reto con suma importancia para la JCC y su tribunal disciplinario.
Resalta que a la ministra de Comercio, Industria y Turismo se le envió una carta expresando la necesidad de revitalizar una institución tan importante como es la Junta central de Contadores.
Es necesario repensar la forma de su integración. Hemos propuesto al Ministerio que se estudie la posibilidad de reformar o rediseñar de forma urgente la capacidad operativa de la JCC y de su Tribunal Disciplinario.
Con este rediseño se busca atender la misionalidad en el contexto actual de la profesión. También se deben establecer mecanismos de garantía de doble instancia para los profesionales implicados en los procesos disciplinarios.
Finalmente, se debe modificar la vinculación de los miembros del Tribunal Disciplinario de la JCC. «Se solicita que los dignatarios cumplan su función de tiempo completo y dedicación exclusiva para que la resolución de los procesos sea más ágil», describe.