Por décadas, la sociedad colombiana ha cuestionado el sistema educativo que se sigue en la mayoría de las instituciones por su obsolescencia y escasa capacidad para aprovechar el potencial de los niños. Sin embargo, en el país ha ganado fuerza y relevancia un método que busca preparar y fortalecer a los estudiantes en el desarrollo de habilidades acordes con los nuevos horizontes de conocimiento: su nombre es STEM.
Es una estrategia pedagógica que integra cuatro áreas con un enfoque interdisciplinario: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, aunque también se le puede sumar el arte (STEM+A) y las humanidades (STEM+H).
Se empezó a hablar de este concepto en Estados Unidos, donde inició su implementación hace dos décadas. En Colombia, el enfoque STEM se utilizó principalmente para el desarrollo de proyectos que necesitaban altas dosis de creatividad e innovación. Hoy por hoy es una política educativa a nivel nacional que potencia el desarrollo de las competencias que exige el nuevo mundo.
Hace dos años, el Ministerio de Educación Nacional lanzó el programa Ruta STEM para fortalecer las capacidades de miles de docentes y estudiantes del país en tecnología, ciencia, ingeniería y matemáticas para enfrentar eficazmente los desafíos del siglo XXI y la cuarta revolución industrial. Hace un año la Alcaldía de Bogotá presentó la iniciativa colectiva Territorio STEM, para materializar de forma coordinada con múltiples actores de la ciudad las experiencias de aprendizaje de este método con el fin de generar transformaciones pedagógicas.
¿Pero cuáles son esas experiencias y por qué resultan tan atractivas? Se trata de un proceso de innovación y experimentación en el cual los niños indagan y resuelven problemas cotidianos desde la curiosidad a través de una experiencia activa. Este contribuye al pensamiento lógico, crítico y reflexivo desde un proceso práctico de aprendizaje colaborativo y potencia la creatividad e ingenio de los niños. Con nuestra experiencia venimos implementándolo con nuestras soluciones educativas en varias regiones vulnerables del país. También se convirtió en la cura a la desmotivación.
A través del método STEM se desarrollan cinco pilares: la resolución de problemas, la metacognición, el cuestionamiento efectivo, la investigación y el trabajo colaborativo. Después de todo, no se educa para una labor sino para un mundo de experiencias.
Mientras en las aulas tradicionales los niños se sientan en filas frente a un docente, en las aulas que aplican esta estrategia se instalan una serie de estaciones donde se juega con el aprendizaje y se experimenta desde la práctica, analizamos casos, miramos prospectiva y generamos retos, los motivamos a cuestionarse, a indagar, a no comer entero.
Este proceso es totalmente contrario al aplicado por décadas, en el cual eran más importantes los deberes y las obligaciones que los momentos de juego; de hecho, estaban en orillas opuestas, pues se consideraba que solo mediante los primeros los niños memorizarían lo aprendido, mientras que los segundos no eran vistos como productivos.
Hoy por hoy está demostrado que este cambio permite a los niños asociar más rápido los conocimientos e involucrarlos a su quehacer. En ese proceso de transformación no solo se evidencia un conocimiento interdisciplinario, también hay indicios de una reconstrucción del diálogo. Nuestros chicos no solo deben tener las habilidades fundamentales o un segundo idioma, sino competencias y destrezas que habiliten su paso por el mundo.
En este proceso es fundamental el trabajo del docente, el cual se convierte en un facilitador o mediador de ese proceso de aprendizaje, lo que significa dejar atrás esa figura del profesor que solo brinda conocimiento, generalmente centrado en un área específica.
El método STEM permite al estudiante ser un sujeto activo, mostrar su motivación.
Cristina Gutiérrez de Piñeres
Directora ejecutiva de United Way Colombia