Se aproxima una nueva reforma tributaria. Estas reformas ya son periódicas. Todos los años el Estado sube los impuestos, pero nunca le alcanzan. Parece que la regla fiscal no sirve para que la presión ceda. A lo mejor, si no es posible aumentar la deuda, están creciendo los impuestos. Para tener un monto de impuestos justo es necesario reunir varios factores, entre ellos: información completa de todos los actores económicos, bases gravables equitativas.
En cuanto a lo primero, la informalidad nos ha acompañado por más de 60 años, sin que porcentualmente se haya disminuido en forma notoria. En cuanto a lo segundo, el régimen fiscal, concebido inicialmente sobre la base de efectivo, sigue manteniendo unos criterios de riqueza que la hora de verdad permiten a los que tienen más capital pagar proporcionalmente menos que los que viven de su trabajo diario.
Los capitalistas tienen muchos voceros en el Congreso, mientras los trabajadores carecen de ellos. Estos son espectadores que simplemente tienen que aguantar lo que les caiga encima. Con todo, los indicadores de pobreza se han ajustado a la baja, de manera que los pobres de ayer, a pesar de mantener su situación económica, ahora pueden ser de clase media o alta.
Por otra parte, han sido revelados muchos hechos corruptos esparcidos por todos los sectores de Colombia, sin que se hayan escapado los jueces, los religiosos, los militares y muchas entidades sin ánimo de lucro. Hoy en día, a pesar de las repetidas leyes anticorrupción, este cáncer está extendido por todas partes, sin que efectivamente se haya logrado disminuir.
Para mantener su salud mental, muchos colombianos deciden hacer lo que pueden e ignorar todas las maldades que diariamente aparecen en los medios de comunicación masivos. Es mejor no ponerles cuidado, pues podrían llevarnos a una gran depresión. Los académicos no nos salvamos del reparo porque no somos capaces de precisar las fuentes del mal, ni de proponer acciones pertinentes para reducirlo. Nos contentamos con repetir lo que parecen ser los últimos adelantos, pero sin que meditemos cómo esas tesis se pueden llevar a la realidad y cuál sería su efecto modificador.
Nos hemos dedicado a desmentir, descalificar y desconocer a los demás. Con esto no hemos mejorado en nada, como no sea aumentar la división y el descontento. Cuando leemos la política de IFAC sobre su participación en interés público, nos damos cuenta de que efectivamente tenemos mucho por hacer, si es que dejamos la apatía, el sentimiento de derrota y la expresión de ideas bonitas carentes de argumentos válidos y no susceptibles de resultados concretos. Según el Ministerio de Educación Nacional, solo 2.448.271 personas se matricularon en la educación superior en el año 2021. Desde hace años la matrícula en instituciones públicas viene creciendo, mientras en la privada decrece. Durante el año 2021 se matricularon 29.703 al primer nivel de estudios de educación superior, acumulando la totalidad de la oferta en programas relacionados con la contaduría. Según el OLE, aproximadamente un 85 % de los egresados de los programas de pregrado durante el 2022 consiguieron trabajo. Es un grano de mostaza que ojalá esté sano.
Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 6940, Octubre 24 de 2022