Para Pedro Sarmiento, en una reforma tributaria es más importante ampliar la base tributaria que la simplicidad normativa, procedimental y tarifaria.
Se le debería ordenar a la Dian que dedique sus esfuerzos a perseguir a informales y evasores.
El impuesto al consumo es una fuente de evasión e indisciplina fiscal.
Pedro Sarmiento, socio director de Impuestos y Servicios Legales en Crowe Colombia, debate sobre el tipo de sistema tributario que le favorece a Colombia y que debería discutir el nuevo Gobierno nacional.
Algunos afirman que el sistema debería ser neutro, y en consecuencia tendrían que derogarse la totalidad de los gastos tributarios expresados en exenciones, deducciones especiales, créditos tributarios, tarifas diferenciales y beneficios especiales.
Podría buscarse un sistema que tribute sobre ingresos brutos a una tarifa remunerativa que puede estimarse en el 5 % para el impuesto sobre la renta y del 10 % para el impuesto sobre las ventas, sin deducción alguna.
Otros analistas consideran que el sistema tributario puede ser un instrumento de direccionamiento de desarrollo económico, mediante el reconocimiento de exenciones, deducciones especiales, créditos tributarios y tratamientos preferenciales que permitan a las empresas la llamada planeación tributaria, con el fin de establecer una tasa real de tributación que según la OCDE en nuestro país es de 14,9 %.
Sin importar los diversos análisis, lo importante desde su punto de vista es abrir la posibilidad de una reforma tributaria, la cual debe partir de la simplificación del sistema total, cumpliendo los principios de legalidad, eficiencia, equidad, progresividad, irretroactividad y capacidad contributiva.
Sarmiento piensa que para las actuales condiciones de la economía es más importante ampliar la base tributaria que la simplicidad normativa, procedimental, tarifaria, y así establecer una estructura que regule o defina los devengos o causación y las limitaciones.
La idea es considerar los ingresos de los contribuyentes y sobre esta base establecer una tarifa única del 5 %, sin costos, deducciones, exenciones y tarifas diferenciales. Esto acompañado de un sistema robusto de facturación de bienes, servicios y de nómina.
Manifiesta que se debería ordenar a la Dian, dedicar sus esfuerzos a perseguir a los informales y evasores. También es importante controlar las transacciones con los vinculados del exterior:
Lo anterior, con normas muy específicas que impidan la planeación internacional y controlen la sustancia de las operaciones y los modelos económicos de múltiples jurisdicciones que soportan las transacciones internacionales.
Sarmiento afirma que, más allá del afán recaudatorio, existe la necesidad de revisar integralmente el IVA para devolverle su simplicidad, que permita aplicar tarifas bajas (17 %), incluso cambiar su estructura e incorporar un sistema de impuesto a las ventas plurifásico, simple, acumulativo y con una tarifa única del 10 % que no cubra la canasta familiar.
De igual forma, que se respete el principio de no exportación de impuestos y que por supuesto se elimine el impuesto al consumo nacional que ha sido de buen recibo recaudatorio, «pero una fuente de evasión e indisciplina fiscal».
Para él, en el IVA lo importante es la eliminación de los tratamientos preferenciales no justificados, la simplificación de sus trámites, su manejo en las ventas dentro de las zonas francas y la posibilidad de buscar en la generalización y en los programas de factura electrónica una disminución de la evasión que puede redundar en ingresos superiores a una reforma tributaria.
Dentro de las grandes reformas que se deben debatir y presentar al Congreso, desde el punto de vista de Sarmiento, está la del régimen sancionatorio y medidas de aprehensión en aduanas.
En el marco de un nuevo régimen sancionatorio se debería simplificar la legislación aduanera para que pueda ser administrado por sistemas informáticos sencillos y controlables, y por ende se reformule la normatividad o régimen de aduanas para que responda a los nuevos modelos de facilitación del comercio exterior.
Entre las reformas que deberían darse está la del régimen tributario territorial y se recomienda una verdadera descentralización fiscal de forma que los municipios reciban o amplíen sus responsabilidades en la provisión de bienes públicos, con la atribución de recursos que financien sus obligaciones.
Pedro Sarmiento concluye que en el ámbito subnacional también existen posibilidades de modificación y perfeccionamiento del sistema tributario, que sin duda estarán en el portafolio del nuevo Gobierno.