Marta Cadavid opina que las personas con presiones económicas, sociales y personales son más susceptibles a cometer fraudes.
En cualquier momento alguien podría cometer fraudes. Además, las personas más confiables se convierten en violadores de confianza.
Marta Cadavid, cofundadora y CEO de Nofraud Latam, afirma que el 10 % de las personas no se metería en problemas de fraudes, otro 10 % les ayudaría a terceros a cometer fraudes y el resto del porcentaje haría y cometería fraudes.
Reconocida internacionalmente como fraud fighter, desarrolladora de entrenamientos in-house, seminarios y workshops relacionados con la administración de riesgos de fraude y abuso corporativo, auditoría forense, lavado de dinero y cumplimiento en América Latina, dice que todos podríamos cometer fraudes.
No hay personas ni buenas ni malas. Se trata del comportamiento humano frente a una crisis. Las personas tienen presiones económicas, sociales, personales y por eso realizan fraudes.
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Dice que los perpetradores constantemente estudian la forma de atacar los controles internos que tienen las organizaciones para realizar fraudes.
No se ve el fraude desde el ser, sino desde el impacto económico, y esto es un error. Las personas podemos cometer fraudes en cualquier momento. Además, las personas más confiables se convierten en violadores de confianza.
Pensamos que quienes hacen fraude son las personas que menos recursos tienen, los que recién comienzan a trabajar, y esto es falso. A quienes toman decisiones y tienen mayor poder hay que prestarles atención.
Una cosa es que una persona se lleve 200 dólares a la semana para pagar un préstamo, otra es que el director financiero de una organización haga un fraude financiero para mostrar una cara más bonita de la empresa.
Al hablar del empleado ideal nos imaginamos a una persona que es la que más sabe, la que más información posee. De esta persona decimos que es comunicativa, polifacética, brillante, entusiasta, recursiva. Sin embargo, pocas personas dicen que sea ética, que esté alineada con los valores de la organización.
Pues bien, un perpetrador tiene todas las características iniciales. Hay que buscar un empleado alineado con los valores y comportamientos de la organización.
Para determinar las características del perpetrador del fraude, se puede empezar evaluando su estructura familiar: tiene una vida segmentada, enfermedades catastróficas, familias disfuncionales y dispersión familiar.
En cuanto a su estructura emocional, cuando salen aspectos a la luz pública nos damos cuenta de que esta persona tiene problemas emocionales, pérdida de seres queridos, comportamientos desbordados y no sigue las normas.
En lo relacionado con la estructura de valores, son escasas de ética y moral, tienen ambición de control, hambre de poder, son egocéntricas y egoístas, y carecen de escrúpulos.
Finalmente, en cuanto a su estructura económica, «es común encontrar personas con una carrera profesional interrumpida, incremento patrimonial injustificado y problemas económicos».
Cadavid afirma que estas personas cuentan con habilidades para mantener el fraude: capacidad para lidiar con un alto estrés e influenciar a los demás, y poseen un liderazgo negativo.
Cuentan con una posición laboral: autoridad, responsabilidad dentro de la organización y tecnocracia.
Poseen conocimientos técnicos, legales, financieros y contables, así como acceso a los sistemas de información, al control interno y la auditoría. Por lo anterior, conocen las debilidades de la organización: «Un perpetrador de fraudes conoce lo bueno, lo malo y lo feo de las organizaciones».
Por último, ella asegura que las organizaciones deben estar preparadas para ver el fraude desde el ser.
Se debe crear valor a través de la prevención del fraude: prestarle atención desde el ser (banderas rojas); tener una visión periférica (pensamiento crítico); ser proactivo (prevenir es más económico que lamentar); emplear la tecnología (abrirse a nuevos recursos).