El desempleo juega en contra del mercado laboral porque limita la capacidad de las personas para generar ingresos.
La informalidad laboral hace que las intenciones de proteger a los trabajadores con mecanismos de regulación laboral se queden en el papel.
A continuación, te informamos sobre el tema.
En su informe Problemática del mercado laboral en Colombia, el Observatorio Económico de la Universidad de Los Andes advierte que el país no puede seguir aplazando las reformas necesarias para que el mercado laboral sea menos inequitativo e ineficiente.
La entidad enumera y describe cuatro síntomas que reflejan el mal funcionamiento del mercado laboral en Colombia.
La tasa de desempleo promedio en Colombia durante 2000 y 2019 fue de 11,5 %, el nivel más alto de las principales economías latinoamericanas y algunas regiones seleccionadas. Según analiza el informe:
Este es un resultado preocupante porque el desempleo limita la capacidad de las personas para generar un ingreso que permita financiar su consumo y generar ahorro, al tiempo que frena la acumulación de experiencia laboral, reduciendo el potencial de ingreso futuro algo que suele venir acompañado de costos psicológicos y estigmas sociales.
Una tasa de desempleo alta indica que el mercado laboral no está siendo capaz de integrar a un grupo significativo de la población al sistema productivo.Las altísimas tasas de desempleo en este período son el resultado de que nos tomó más de una década regresar a niveles de un dígito luego de la trepada del desempleo en la crisis de 1998.
En 2022, con la economía emergiendo de la crisis por COVID-19, se vuelven a ver signos de que el desempleo persistirá.
La lenta recuperación del empleo luego de ambas crisis muestra claramente que el mercado laboral colombiano tiene características por las cuales los empleadores son extremadamente cautos a la hora de contratar.
Un segundo síntoma es la prevalencia de la informalidad laboral, entendida como el trabajo remunerado que no cumple plenamente con las regulaciones laborales, especialmente las relacionadas con el pago de aportes a seguridad social, contribuciones parafiscales y condiciones salariales de remuneración.
La informalidad preocupa porque esas regulaciones están concebidas para proteger a los trabajadores: garantizarles un mínimo de ingresos, una pensión en su vejez, acceso a un ahorro de cesantías si pierden su empleo, derecho a vacaciones, primas para períodos especiales y cobertura frente a riesgos en su trabajo.
La informalidad significa que las intenciones de proteger a los trabajadores mediante estos mecanismos se quedan, en buena parte, en el papel. En el caso colombiano, la mayoría de los trabajadores simplemente no disfrutan de esas protecciones.
El tercer síntoma que se relaciona con la informalidad es lo que desde la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes se conoce como la concentración desproporcionada del empleo en microempresas y en trabajadores por cuenta propia.
El trabajo independiente y las pequeñas empresas no son un problema en sí mismo, pero la evidencia muestra que estas unidades tienen, en promedio, niveles de productividad muy bajos, lo que se traduce en bajos ingresos para sus trabajadores.
El cuarto y último síntoma son los resultados desiguales entre diferentes grupos demográficos en el mercado laboral, especialmente en mujeres y jóvenes.
Las tasas de desempleo en personas entre 18 y 28 años superan más del doble a las de la población mayor. Y la situación empeora si se separan los números por sexo. El informe concluye diciendo que:
La brecha de desempleo entre mujeres y hombres es la más alta entre las principales economías latinoamericanas y las diferencias se ampliaron durante la pandemia.