José Antonio Ocampo afirma que las personas que reciben dividendos son las que ganan altos ingresos.
Las empresas estarían obligadas a repartir al menos el 70 % de sus utilidades como dividendo y, de esta forma, cobrarles a los accionistas que las reciban.
Infórmate sobre este tema a continuación.
La política del presidente electo, Gustavo Petro, de gravar los dividendos (dinero de las utilidades de una empresa que se reparte entre los accionistas) que reparten con impuesto, él la compara con lo que hacen países como Suecia, Suiza o Estados Unidos. Se trata de una tarifa del 70 %, haciendo referencia a la tasa de impuestos que tenían dichos países.
La intención de un impuesto a los dividendos, según Petro, es promover que las utilidades se queden en la empresa generando valor, pues, de lo contrario, si salen de la empresa a título de dividendos no lo generarían. Según la opinión de Luis Alberto Arango, columnista de Cambio:
El impuesto sería progresivo: a mayor utilidad por repartir, mayor el impuesto. La tesis de Petro tiene sus más y sus menos. A primera vista suena razonable, pero analizada detenidamente es falaz.
El hecho que una empresa no reparta utilidades con la amenaza de que si las reparte tendría que pagar un alto impuesto no garantiza mayores empleos, que se vaya a producir más o que se promueva un mayor nivel de desarrollo. Llegará un punto en que el dinero no repartido como dividendo se vaya acumulando en una gran posición de efectivo, sin agregar valor al desarrollo económico del país.
Para Arango, la teoría de dejar las utilidades en la empresa en lugar de repartirlas fallará cuando el rendimiento marginal de cada peso dejado en la empresa sea inferior a la utilidad que ese mismo peso generaría por fuera de ella.
Según el Instituto CATO, una alta tasa de impuestos a los dividendos hace que las empresas prefieran endeudarse para expandirse antes de acudir a capitalizaciones de los socios. Al respecto, Arango menciona:
Lo usual es que un socio que se enfrenta a altos impuestos a los dividendos prefiera no capitalizar una empresa, pues el retorno del capital, mediante dividendos, será castigado con altos impuestos. Y lo peligroso de un alto endeudamiento es que las empresas endeudadas son las que más resienten una crisis económica y algunas veces no la sobreviven.
Como lo explica La Silla Vacía, se busca cobrar más a los accionistas de empresas subiendo el impuesto a los dividendos: pasarían del 10 % a tarifas progresivas del 0 % hasta el 39 %, dependiendo de sus ingresos.
Los dividendos se cobrarían como se hace con la renta por ingresos de trabajo: quienes ganan más pagan más, y viceversa.También propone que las empresas tengan la obligación de repartir al menos el 70 % de sus utilidades como dividendo, y así cobrarles a los accionistas que las reciban.
El problema, desde el punto de vista de la publicación, es que muchas veces las empresas no reparten sus utilidades para guardarlas para hacer inversiones y crecer.
La propuesta seguramente sería demandada ante la Corte Constitucional por intervenir en decisiones que estarían protegidas por la libre empresa.
Por su parte, José Antonio Ocampo, futuro ministro de Hacienda, en entrevista con Semana asegura que:
Las personas que reciben dividendos son las de altos ingresos. Hay que evitar la doble tributación, sí, pero también lo contrario: se le paga el dividendo a una sociedad familiar y no hay impuesto, luego se utilizan esos ingresos para hacer gastos de consumo. En todo caso, aumentar el impuesto a los dividendos es algo que aún estamos viendo si se hace.
Lo anterior generó críticas, ya que muchos trabajadores compraron acciones en empresas a modo de ahorro.
Ocampo afirma que eso solo pueden hacerlo las personas con altos ingresos. De igual forma, la lupa está puesta en los ingresos de capital:
Evitar que a través de sociedades, incluso familiares, se carguen gastos que no son de creación de ingreso, son gastos de consumo. Esos son los temas que analizamos con detenimiento.