Sin duda, el nuevo Gobierno tendrá que analizar las urgentes necesidades que tiene Colombia en la educación inicial, considerando la responsabilidad que tienen las instituciones, los maestros y la comunidad educativa en el desarrollo del máximo potencial de niños y niñas.
Datos de la más reciente publicación de Empresarios por la Educación, titulada Repensar la educación; rutas para transformar la realidad educativa, revelan que de los 4,7 millones de niños en primera infancia que tiene el país solo 1,3 millones son beneficiados por servicios integrales de atención (29 %).
La atención integral y la educación inicial con calidad, justamente, han sido promovidas por entidades como la Fundación United Way Colombia, que detectó y priorizó tres grandes retos para transformar la educación en la primera infancia en medio de los retrocesos que dejó la pandemia de COVID-19.
Docentes innovadores que piensen “fuera de la caja” y cuyo pensamiento disruptivo les permita concebir problemas educativos y crear soluciones creativas son una necesidad de la educación en la primera infancia.
Hay que brindar formación relevante a los diferentes actores que trabajan por la primera infancia, desde los agentes educativos hasta el personal administrativo y equipo interdisciplinario, al igual que hacer trabajo directo con familias y agentes de la comunidad. Todo esto con el fin de lograr un impacto sistémico que propicie el desarrollo integral y de calidad de los niños y niñas.
Precisamente, United Way Colombia viene trabajando en la formación de agentes educativos en temas de liderazgo, creatividad, innovación, manejo de emociones y conflictos sociales, que buscan afianzar su hacer, saber y ser. De igual manera, se les brinda herramientas para que tengan la capacidad de proponer proyectos (soluciones) a los diferentes retos que enfrentan en el día a día.
Los niños y niñas en Colombia se educan bajo dinámicas, tratos interpersonales y exigencias académicas que cambian abruptamente cuando pasan de los servicios de primera infancia a la primaria.
A pesar de los esfuerzos hechos en el país, los datos nos muestran que uno de los índices de deserción y repitencia más altos se da en este nivel educativo:
El Observatorio de Gestión Educativa de Empresarios por la Educación halló que, en 2021, la tasa de deserción más alta fue en el nivel educativo de transición (paso del jardín infantil a la educación primaria), seguida de cerca por la secundaria.
Ante este panorama, la Fundación United Way Colombia concluye que, como es evidente, existen retos por superar, pero también oportunidades de mejora.
Por ello, United Way Colombia insta al nuevo Gobierno a dirigir esfuerzos de cara a la necesidad de generar y mantener espacios de diálogo y coordinación entre las diferentes entidades corresponsables de la atención integral y la educación inicial, como lo son, principalmente, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF– y el Ministerio de Educación Nacional –MEN–, con el propósito de concertar las políticas, planes, programas y acciones relacionadas con esta población.
De esta manera, los centros de desarrollo infantil –CDI–, o jardines infantiles, se conectarán con los colegios, y ambos actores se retroalimentarán de las dinámicas educativas de cada uno para así desarrollar estrategias articuladas que permitan una transición armónica entre dos etapas de la vida fundamentales para niños y niñas. Con esta práctica hemos obtenido resultados muy positivos en las regiones donde hemos implementado esta metodología.
La publicación de Empresarios por la Educación también señala que las denuncias de maltrato infantil aumentaron un 47 % durante la pandemia. Para el año 2020, se notificaron al subsistema de vigilancia en violencia intrafamiliar, violencia sexual y maltrato infantil –SIVIM– un total de 15.780 casos de maltrato ejercido contra niños, niñas y adolescentes.
Con el retorno de la presencialidad, es hora de que los centros de primera infancia y los colegios vuelvan a ser lugares de bienestar y protección. Para ello, United Way Colombia le apuesta decididamente al desarrollo y fortalecimiento de las competencias socioemocionales de los maestros y los niños, logrando que el aula sea un espacio que rompa ciclos de violencia.
La comunidad educativa necesita ser parte de un movimiento transformador que debe partir de una formación basada en el desarrollo de competencias socioemocionales, con enfoque en creatividad y liderazgo, que le permita a niños y niñas aprender a gestionar sus impulsos, resolver conflictos y ser resilientes ante la adversidad, logrando mantener un proyecto a lo largo de sus vidas.
Así, preparando a nuestros niños, maestros, familias y cuidadores en el marco de este enfoque, podremos como sociedad combatir problemáticas como la violencia intrafamiliar, el matoneo y los abusos, para así impactar positivamente a todo el núcleo formativo corresponsable del desarrollo del niño.
Cristina Gutiérrez de Piñeres
Directora ejecutiva de United Way Colombia