La noticia sobre el cierre de un prestigioso programa de contaduría en Cali, que se añade al cierre ocurrido hace un tiempo de un programa en Bogotá, nos anima a volver a escribir sobre este asunto que venimos machacando hace años.
Lo primero que debemos decir es que muchas personas están estudiando contaduría, lo que se evidencia en la existencia de más de 250 programas activos en toda Colombia. Así las cosas, ¿qué pasó con los dos programas mencionados? Aunque entre estos existían muchas diferencias, es claro que ambos se encontraban en el cuartil de las matrículas más altas.
Nuestra opinión es que los programas en comento no ofrecían nada materialmente distinto de lo que se podía obtener en otras instituciones. Obviamente, esto debe entenderse desde la perspectiva de los aspirantes y no desde la de los directivos y profesores de las citadas instituciones.
Consecuentemente, para mantener matrículas altas y conseguir un buen número de aspirantes había que invertir en los programas para que los buscadores advirtieran elementos concretos de diferencia que justificaran pagar las sumas estipuladas.
Sabemos que el nivel académico de los profesores en los programas cerrados era alto y continuaba ascendiendo. ¿Dice esto algo a los aspirantes? No, porque esos profesores carecen de notoriedad en la industria y la academia contable colombiana.
Hoy en día los programas de contabilidad tienen por delante una gran modernización de sus concepciones sobre lo contable, cuestión que no advierten las directivas ni la casi totalidad de los docentes.
Si una institución de educación superior no hace inversiones grandes en sistemas de información, en recursos bibliográficos y en escenarios de puesta en práctica o experimentación, no estará dirigiéndose hacia la frontera actual de lo contable ni ofreciendo nada que la distinga de los demás.
Como lo puso de presente la última versión del Foro de Firmas, en la que se analizaron los programas que han obtenido al menos una vez acreditación por su alta calidad, todos ellos están muy lejos de los requerimientos que el IAESB ha difundido para su observancia a nivel mundial. En muchas instituciones el enemigo está dentro de la casa porque los directivos y varios profesores tienen la idea de que la contaduría es de baja altura académica. No lo dicen, pero les parece que es una disciplina técnica, no científica, sin posibilidad de aportes científicos a la solución de problemas sociales. Es así como sistemáticamente se le niega lo que a otros se ha concedido. Aceptamos que estas visiones son muchas veces causadas o reforzadas por contadores que se han recluido en la contabilidad para enviar informes especialmente al Estado y denunciar ante este violaciones legales. Así las cosas, se necesita una resurrección.
Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones.
Número 6495, marzo 14 de 2022.