Que existan muchos contadores considerados activos no significa que todos ellos tengan el nivel de competencia requerido, porque las evidencias enseñan que en su gran mayoría están dedicados a cuestiones técnicas impuestas por el Estado.
Quién sabe si se sostendrían dependiendo de la contratación derivada de las conclusiones de los empresarios sobre su aporte sin que existiera una regulación alterando el mercado de sus servicios. En este texto no estamos sosteniendo que ninguna profesión debería tener un ámbito profesional propio, pero sí que debería haber una mayor libertad para decidir entre uno u otro profesional al momento de contratar.
El ámbito profesional propio solo puede ser el que necesariamente implique cierto dominio de conocimientos, habilidades y actitudes, y que por sí mismo excluya a todos los que carezcan de ellos. Decir la verdad no es patrimonio de ninguno, como tampoco llevar una contabilidad sencilla sobre la propia actividad.
Hay cosas sobre las cuales todos tenemos interés, por lo que nos acercamos a ellas para entenderlas y en lo posible obtener sus beneficios. Todos tenemos algo de médicos, abogados, contadores, escritores, etc. Pero no todos podemos diseñar y construir un edificio auto sostenible de 50 pisos. En el mundo moderno todas las ciencias tienen algo en común. Todas las de la naturaleza también comparten unas notables características, como lo hacen las ciencias humanas. Pretender que cada profesional debe ser como el que nunca sale de un laboratorio ultraespecializado en el que nada ingresa ni se escapa es erróneo.
El mundo y los que en él vivimos estamos naturalmente relacionados y compartimos muchas características, así como nos diferenciamos en algunos aspectos. El conocimiento de los asuntos económicos, administrativos, legales, tecnológicos, sociosicológicos, empresariales, es compartido por muchos, de forma tal que hablamos genéricamente de las ciencias empresariales o ciencias de los negocios.
Obviamente, compartimos millares de cosas básicas, como las matemáticas, el lenguaje, la expresión artística, los sentimientos de familia, la comida y otras muchísimas cosas. Entonces, ¿qué es lo propio de la contaduría pública? Sabemos que la pregunta se ha formulado muchas veces y que ha tenido y tiene una gran variedad de respuestas.
De alguna manera las disciplinas están en movimiento y llegan a transformarse. ¿Será que la contaduría es en parte tecnología de la información? Digamos lo que digamos, la contaduría sigue siendo el arte de contar. Alguno opinará: “ya la embarró, confunde una ciencia con un arte”. Pues no. Lo que pasa es que el hombre, esté donde esté y haga lo que haga, es artista; solo hay que dejarlo expresarse. En muchos libros antiguos se lee que la contabilidad es un arte. Hoy varios solo admiten que se le conozca como ciencia. Pero cuando vamos a ver qué hacen los contadores, solo encontramos sus técnicas.
Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 6944, Octubre 24 de 2022