Creación de falsas cuentas por cobrar, otorgamiento sucesivo de créditos o registro de créditos en mora como si estuvieran al día, son algunas prácticas que realizan las empresas para quedar bien frente a sus clientes, proveedores y socios y de esta manera no perder un negocio determinado.
Existen empresas que debido a sus condiciones internas no alcanzan los resultados esperados de gestión y operación, y buscan mostrar una situación diferente respecto a sus clientes, proveedores y socios, para que de este modo no se vean afectadas las relaciones entre la compañía y el cliente, y no exista el riesgo que ese ingreso económico se vea comprometido.
Lo anterior es un ejemplo claro de prácticas de manipulación de los resultados. La manipulación del estado de la cartera se presenta principalmente en entidades de financiamiento donde uno de los activos más importantes es la cartera y, por lo tanto, mostrar resultados favorables sobre dicha partida favorece la imagen de la compañía.
Con el fin de favorecer los resultados de la organización, las empresas incurren en:
Estas prácticas se sustentan en el deseo de la empresa de mantener una apariencia de normalidad, ocultando la verdadera situación de los deudores, comportamiento de pago y nivel de riesgo, lo cual afecta la información financiera de la compañía.
Esta práctica está dirigida a la normalización de la cartera, por medio de la creación de cuentas por cobrar equivalentes al monto de deudas que debían haber sido amortizadas, puesto que se registraron pagos de los deudores con cargo a cheques recibidos que no son efectivamente cobrados por la empresa.
Las empresas que adoptan esta práctica se encargan de que algunas obligaciones, en lugar de reducir el saldo por amortización del crédito, presenten incrementos en sus revelaciones, los cuales estaban relacionados con incrementos en cuentas por cobrar asociadas. Esto mediante la creación de cuentas por cobrar, equivalentes al monto que deberían haber amortizado los deudores de acuerdo con la estructuración original del crédito; es decir, no se ejecutan las provisiones necesarias y se generan nuevos créditos con asociadas para mostrar una adecuada gestión de cartera e índices favorables.
El efecto que se puede producir con la implementación de esta práctica es revelar un indicador de calidad de la cartera más bajo que el real, presentando al mercado una calificación de los deudores menor a la de su verdadera condición de riesgo, constituir un menor valor de provisiones y, en consecuencia, presentar utilidades sobrevaloradas respecto a las efectivamente generadas. En el mismo sentido, dicha práctica aumenta su exposición frente a unos deudores sobre los cuales tiene conocimiento de un perfil mayor de riesgo, sin darles el tratamiento prudencial correspondiente.