La cooperación tributaria internacional busca acabar con los países que se prestan como paraísos fiscales.
Desde el 2010 los países de América Latina y el Caribe –ALC– han mejorado sus capacidades para combatir la evasión fiscal.
En este editorial te contamos la historia de esta iniciativa.
La cooperación tributaria internacional –CTI–, para combatir la evasión fiscal y evitar la erosión de la base de la imposición a la renta mediante el traslado de beneficios entre países, es una práctica que se ha venido incrementando con el paso de los años.
Alberto Barreix, consultor fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo –BID–, explica en el blog de la entidad que la globalización se aceleró en los últimos 40 años con el intercambio comercial, así como la liberación de los flujos financieros y el surgimiento de firmas globales, complejas cadenas de valor que concentraron el intercambio de bienes, servicios, financiamiento e intangibles.
Al principio de los años 2000 resultaba claro que cuanto mayor era la liberalización comercial y financiera, y consecuentemente la integración económica, mayor era la competencia tributaria para atraer la inversión empresarial y los altos patrimonios.
Lo anterior llevó a que se desarrollaran instrumentos para intentar retener las bases tributarias dentro de las fronteras nacionales, como los precios de transferencia de la Ocde o la directiva del ahorro de la Unión Europea, acuerdos que obtuvieron resultados limitados.
De este modo, en 1998 fracasó el proyecto Harmful Tax Competition para acabar con el problema de los paraísos fiscales y los regímenes de atracción de inversiones móviles, el primer intento serio de acción coordinada en este tema.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron una de las razones por las que se impulsó el esfuerzo global contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo –LA/FT–.
La otra razón fue la crisis financiera internacional del 2008 y su consecuente crisis fiscal, que impulsaron el desarrollo conceptual y la implementación práctica de los estándares de transparencia y de intercambio de información tributaria.
Los dos sucesos anteriores les dieron un empujón a los procesos de cooperación internacional para la transparencia tributaria y la lucha contra la evasión, promovidos por el G20 y liderados por la Ocde.Debido a los altos niveles de deuda y déficit, los gobiernos se enfocaron en combatir la evasión y la elusión, «producto de la planificación fiscal agresiva de grandes empresas multinacionales que trasladan sus beneficios a países de escasa o nula tributación, con la complicidad de estos, en especial los paraísos fiscales”.
De esta forma surge el proyecto Erosión de la base imponible y traslado de beneficios, mejor conocido como los BEPS por sus siglas en inglés. En un principio, esta cooperación era limitada a los miembros de la Ocde, luego se amplió hasta alcanzar más de 140 países en el denominado marco inclusivo.
Barreix describe que desde el 2010 los países de América Latina y el Caribe –ALC– han hecho un esfuerzo para cumplir con sus compromisos internacionales y han mejorado sus capacidades domésticas para combatir la evasión fiscal:
Para que los procesos anteriores se solidifiquen es importante fortalecer las administraciones tributarias para que los compromisos se cumplan de manera efectiva, ya que varios países no remiten o no completan la información requerida.