Utilizar los estándares de contabilidad e información financiera como base de tributación generaría una desestabilización incalculable de los recaudos fiscales, panorama ante el cual es mejor ni siquiera hacer un cálculo aproximado.
Para ilustrar este tema, analicemos algunos puntos clave:
Es innegable que las depreciaciones fiscales se basan en vidas útiles arbitrariamente establecidas por la administración tributaria, que a menudo no corresponden con el comportamiento financiero de los activos.
Para citar un ejemplo, si una entidad adquiere una máquina, cuya vida útil es de 40 años, con un costo de $1.000.000.000, depreciará la máquina, en sus estados financieros, a un ritmo de $25.000.000 por año, si se ha estimado un valor residual de cero ($0).
Desde el punto de vista fiscal, esta misma máquina debe ser depreciada en un plazo de diez años. Si la entidad decide depreciar en línea recta, la depreciación anual será de $100.000.000.
Si el estado permitiera tomar la depreciación financiera como base de tributación, esto generaría un incremento notable en los impuestos a cargo de los contribuyentes durante los primeros 10 años, pero una disminución considerable en los siguientes 30.
Las normas fiscales han establecido provisiones deducibles para el caso de la cartera y algunos inventarios, pero no permiten deducirlas sobre elementos de propiedades, planta y equipo, y son muy restrictivas para aceptar pérdidas sobre activos como deducción.
En los estados financieros bajo Normas Internacionales es obligatorio medir y reconocer el deterioro del valor de los activos cuando se presenta, aunque no se haya realizado la baja en cuentas o la destrucción del activo.
Si se tomara el deterioro de valor de los activos como un elemento deducible, se reducirían las bases de tributación, lo que generaría un menor recaudo.
Desde el punto de vista fiscal, es claro que los activos y pasivos se miden utilizando un modelo del costo de manera conjunta, en algunos casos, con un modelo de caja.
Algunas partidas del estado de situación financiera se miden utilizando el modelo del valor razonable, que permite reconocer utilidades por el incremento en el valor de los activos, aunque estos permanezcan bajo el control de la entidad, y no se haya realizado su venta.
Si se toman estos ingresos como base de tributación, se generarían impuestos a cargo de las empresas por utilidades que aún no han sido realizadas, afectando así sus flujos de efectivo.
Algunos conceptos tales como los impuestos (predial e industria y comercio), aportes parafiscales, entre otros, son deducibles solo cuando han sido efectivamente pagados. Aceptarlos como tales por el método de causación disminuiría la base tributaria.
Las normas tributarias establecen requisitos para que los gastos sean deducibles, entre los que se cuentan:
Por las razones expuestas, que son una pequeña muestra de todas las problemáticas que pueden generarse por la utilización de estados financieros como base de determinación de los tributos, es absurdo pensar en la posibilidad de utilizar la información presentada bajo estándares internacionales como base para el proceso mencionado.
Juan David Maya Herrera
Consultor de Estándares Internacionales de Información Financiera
*Exclusivo para Actualícese