Cuando una sociedad mercantil es declarada disuelta, esta queda en proceso de liquidación. Aquí se nombra a un liquidador quien asume la totalidad de las funciones administrativas del ente económico y, como administrador que es, debe obrar de buena fe, con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios.
Una vez disuelta una sociedad, los socios o accionistas en algunos casos siguen teniendo unos derechos y obligaciones ligados a la liquidación, pero la gran responsabilidad queda en cabeza de liquidador designado.
El máximo órgano social está conformado por los dueños de la sociedad, llámense socios o accionistas y su reunión ordinaria mínima una en el año, es con el fin de poder aprobar estados financieros, escoger junta, revisor, etc. por lo que su ausencia podría conllevar a una disolución judicial.