La contaduría debe actuar como le corresponde, sin esto no merece el título de profesional. Los profesionales deben tener la dignidad para que fluya una actitud de respeto.
Algunos no actúan como profesionales, sino como técnicos, no practican la contaduría, sino que son oficiales de cumplimiento.
El artículo 660 del ET, en determinados casos, inhabilita al contador para firmar declaraciones tributarias, y el artículo 216 del Código de Comercio, para ejercer como revisor fiscal.
Quiere decir que el profesional de la contabilidad podría ejecutar otras tareas propias de las ciencias contables.
Hay administradores felices porque se les amplió el término de su gestión. Esto no los liberó de sus deberes, especialmente los de obrar de buena fe, con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios, lo que no ocurre cuando se privilegia a unos y se discrimina a otros.
Una de las normas que varios contadores apoyan y otros descalifican es la que exige la intervención de revisores fiscales o de contadores públicos.
Algunos piensan que lo más importante por lo que deben preocuparse es por los impuestos. Obviamente esta visión no es la de una revisoría fiscal correcta.
No hemos enseñado a los contadores a trabajar juntos. No basta decir que deben respetarse, cosa de la que no dan ejemplo muchos miembros de la profesión. Hay que insistir en el respeto de los principios, es decir, en la integridad y en la objetividad. Sobre estas bases sería muy fácil entenderse.
Con la promulgación en Francia de la Ley 2019-759 del 24 de julio de 2019, se le dio vida en ese país a lo que se conoce como Digital Service Tax –DST–, un impuesto que no ha estado exento de controversia y cuyo estudio vuelve a tomar vigencia.
Hemos advertido la pérdida de nivel de nuestros profesionales. Quizá esto no haya ocurrido, sino que se les formó como técnicos y se les entregó un diploma de profesionales.
Las instituciones de educación superior deben dejar de lado su soberbia y otorgar los títulos para los que realmente forman.
Cuando los administradores de una entidad se niegan a pagar ciertos impuestos, es probable que no tengan el dinero necesario para ello.
La pobreza no ha sido considerada como un eximente, pero en ciertos casos debería serlo porque en el gravamen puede ser injusto.
¿Qué hacer cuando se advierte que en un período anterior se omitió el registro de transacciones o eventos materiales?
Lo primero es tener claro que hay que corregir y esto solo puede hacerse en el presente, aplicando las normas de contabilidad correspondientes. Nadie puede devolver el tiempo.
Un contador al que no se deja cumplir con sus obligaciones no puede cobrar por lo que no hace, solo puede aspirar a ser indemnizado por los daños que sufra y el lucro cesante que padezca.
Por tanto, es incorrecto asumir la posición de acreedor cobrando sus cuotas, pues para esto hay que ganárselas.
Los buenos profesionales deben actuar con justicia, la cual forma parte de la integridad que exige el Código de Ética profesional.
No se trata de afirmar que se tiene derecho a permanecer activo todo un período y a devengar lo pactado. Se trata de aceptar modificaciones según la realidad.
Cuando los individuos no actúan éticamente es de esperar que se presenten muchas simulaciones, es decir, apariencias de legalidad que esconden infracciones.
En nuestra estructura jurídica todos estamos llamados a denunciar estas situaciones, pero solo el Estado puede imponer el cumplimiento de la ley.