Lamentablemente, varios profesionales siguen en el pasado y otros son meros operadores de reglas legales, contables y fiscales, pero no pensadores de lo contable.
Algunos piensan que la última palabra la tiene el derecho. La tendrá en materia de litigios, pero nunca en el plano de otras ciencias.
Nos entristece la apatía de la academia contable al no decir nada. Cuando hacen censuras no las estimamos porque no participan cuando corresponde. El CTCP debería, como los organismos internacionales similares, contar con un cuerpo de expertos que tome la iniciativa en estos análisis y siente posiciones.
Las dificultades que atraviesa la profesión contable se deben principalmente a funcionarios públicos, académicos y organizaciones gremiales. La modernización de la ley de la profesión, de su educación y del servicio de revisoría fiscal son asuntos de gran importancia para el Estado y los contadores.
El estudio de los sistemas de información pasa por profundizar en el concepto de sistema y en el análisis de la información como producto de varias gestiones.
Hay que pensar en los marcos conceptuales que aplican a todo el sistema y no solamente a la generación de información financiera.
Si los contadores realmente conocen todos los aspectos de una empresa, como lo exige la contabilidad administrativa, probablemente estén en la mejor capacidad para escuchar y hablar a otros profesionales. No obstante, si solo saben de finanzas no serán capaces de pensar y obrar como empresarios.
De poco sirve simplificar la contabilidad si el resto de la legislación sigue acorralando estas diminutas empresas.
Hay un esfuerzo en la Ley 2069 de 2020, donde sigue presente la aspiración de que los pequeños lleguen a ser grandes cuando, en realidad, los mismos mercados no tienen esa dinámica.
Un gran problema es la intención de muchos de complicarle la vida a las pequeñas empresas aumentando costos de operación, y obligándolos a asumir al 100 % las responsabilidades en materia de derecho del trabajo y de la seguridad social, los costos de los registros mercantiles y el pago de impuestos.
Hay que echar mano de todas las formas de economía solidaria que permitan unir esfuerzos de muchos para alcanzar lo que de otra forma no se puede disfrutar, además de impedir el facilismo y la subestimación de la contabilidad de quienes teniendo recursos no aprovechan el sistema para dirigir sus negocios.
Algunos grupos obligan a todos sus componentes a llevar la contabilidad de una misma forma. Incluso a veces las herramientas computacionales son las mismas. Sin embargo, el IASB admite que puede no ser así. En la norma sobre estados financieros consolidados se lee: Si un miembro del grupo utiliza políticas contables diferentes de las adoptadas […]
El desinterés por lenguaje XBRL concuerda con la debilidad de los programas de pregrado en Contaduría respecto de la tecnología que hoy en día se utiliza en todo el mundo en los sistemas de información. Cosas como el manejo de grandes datos son una mera referencia abstracta en alguna asignatura.
Varios revisores fiscales, sin hacer el trabajo, o con muy pocas pruebas, emiten un dictamen favorable sobre los estados financieros de sus clientes.
Están tranquilos porque ni las autoridades tributarias, ni las de supervisión o la Junta Central de Contadores les pide cuenta de sus actividades.
Sobre la intervención del Estado en la economía existen dos posiciones opuestas y una posición de centro. Los liberales quisieran una mínima intervención, mientras la izquierda propende por una máxima. La posición de centro acepta la intervención sometida respetando los principios constitucionales.