Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Cuando el asunto no sea lo que establece la ley – Amparo Ramírez S.


Cuando el asunto no sea lo que establece la ley, sino el nivel de consciencia de los comprometidos con el asunto, quienes en un proceso de formación continua se eduquen para la esencia y no para la existencia, y asuman el compromiso absoluto con la responsabilidad social inherente a su actividad económica, entonces las arcas del Estado darán testimonio de la verdadera riqueza colombiana.

Si lo estipulado en las leyes, decretos, sentencias, artículos…se cumpliera literalmente, podría decirse que vivimos en un mundo perfecto. ¡Ah, entonces, la ley es perfecta! No. Y tampoco quien la crea; por ello el maremágnum del entorno socio-político-económico-religioso-cultural de todos y cada uno de los ciudadanos, pues la caterva de disposiciones con las que día tras día la rama legislativa, judicial, y ejecutiva saluda a los colombianos, se traduce en un común denominador: dinero para la Administración Pública.

“Todo está bien hasta cuando tocan el bolsillo”, reza el dicho popular. Pero cuando el asunto no es lo que manda la ley, sino la congruencia de quien no necesita de la ley para que sus actuaciones estén encaminadas al bien común, todo estaría mejor cada vez que a todos nos toquen el bolsillo. Observo con decepción tanta circunvolución en el tema de las leyes relacionadas con las obligaciones que tenemos como contribuyentes, para, al fin de cuentas tocar únicamente el bolsillo de quienes por no entender el tejemaneje tributario, se asustan -pues la ley es drástica, imperativa y su carga semántica se traduce en permanente amenaza- y sencillamente optan por “al césar lo que es del césar” para vivir con sentimiento de tranquilidad, aparente bien-estar y seguridad de su precario patrimonio. Es así como muchos ciudadanos pagan impuestos que no les corresponde, mientras que otros que sí saben cómo va el agua al molino se convierten en evasores silentes, cuyas actuaciones jamás serán puestas en duda.

La permanente quejumbre de quienes les corresponde verificar los niveles de consistencia del pago de impuestos, pareciera ser más una estrategia para que sobrevivan en el maremágnum los expertos evasores; ello explica el porqué de la caterva de leyes que instan a esculpir en la mente de cada ciudadano honesto, el significante tributo + obediencia, o viceversa, y favorecer sin ningún escrúpulo a todo aquel, experto en capotear la obligación que le concierne, pero que le es fácil evadirla, pues gracias a la experticia en el manejo de la confusión se mueve “como pez en el agua”.

Cuando el asunto no sea lo que establece la ley, sino el nivel de consciencia de los comprometidos con el asunto, quienes en un proceso de formación continua se eduquen para la esencia y no para la existencia, y asuman el compromiso absoluto con la responsabilidad social inherente a su actividad económica, entonces las arcas del Estado darán testimonio de la verdadera riqueza colombiana representada en congruencia, honestidad, honorabilidad, lealtad e integridad, capital suficiente para dejar de desperdiciar el tiempo en el diseño de amenazas disfrazadas de ley, decretos, sentencias, resoluciones…e invertirlo en la construcción del futuro del país que debemos heredarles a las generaciones venideras.

Elaborado por:

Lic. Amparo Ramírez S.
Universidad de San Buenaventura-Cali
Experta en Andragogía

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