[Editorial] Panama Papers, ¿dónde se encontraban los asesores?

En el mes de mayo se sintieron los coletazos a nivel mundial que dejó el renombrado caso de filtración de los Panama Papers. A raíz de esta situación, a finales de abril del 2016 los gobiernos de Colombia y Panamá lograron un acuerdo de intercambio de información tributaria cuyo objetivo, en el caso nacional, es lograr que los colombianos que tienen capitales en el país vecino los declaren en Colombia.

Santiago Rojas, director de la DIAN, manifestó que aunque el acuerdo de intercambio automático de información tributaria entra en vigencia en el 2018, la entidad podrá solicitar la información que tiene hoy en día de colombianos con activos en Panamá. Para el funcionario, uno de los mayores logros del acuerdo es la retroactividad, y por eso destacó la importancia de declarar y normalizar la situación colombiana; así lo confirmó en nuestras instalaciones la directora de Gestión de Ingresos de la DIAN, Cecilia Rico, quien aceptó que este hecho produjo que algunos contribuyentes normalizaran sus activos de forma inmediata.

Después de la avalancha de información que llega de esta investigación, queda la inquietud: ¿dónde estaban los contadores públicos dentro de este panorama?. Es claro que tanto para crear empresas ficticias en el exterior para evadir impuestos, así como para normalizar los activos en el país, estos contribuyentes debieron haberse asesorado de profesionales quienes les dieran luces o directamente les ayudaran en dichos procedimientos. No podemos seguir viendo este escándalo como ajeno ni dejar de llamar las cosas por su nombre. Es cierto que es legal tener una cuenta bancaria en el extranjero, incluso siendo paraíso fiscal; lo que sí es ilegal es que el titular de la cuenta no declare esos fondos o las ganancias que generan los mismos en su país de residencia. Entonces, ¿porqué normalizar los activos solo hasta cuando existe la amenaza inminente de una sanción onerosa o el escarnio público?.

La ética es el nivel de compromiso que tiene un individuo al momento de aplicar los principios y valores con los cuales ha sido formado, en el entendido que, en algunas ocasiones, el individuo se enfrenta a una elección entre el beneficio personal y el de la sociedad. La ética es la medida en la cual el individuo renuncia a prebendas personales, en pro de los beneficios sociales. En este sentido, los principios y valores contribuyen al equilibrio social, pero solo en la medida en que los individuos sean educados para renunciar a los intereses personales en beneficio de la sociedad. La ética se aplica en todos los escenarios de la vida cotidiana, desde la elección de ser fiel a la esposa y familia, hasta la decisión de trabajar con integridad aunque nadie se encuentre supervisando.

En dicho caso podríamos decir que ante el ofrecimiento económico para manipular la información financiera o fiscal, estas personas se enfrentaron a la decisión de buscar el beneficio personal (la evasión) o el beneficio social (la declaración del impuesto). Si la persona no ha sido formada éticamente, lo cual a la larga no es algo que se aprende en la universidad, sino desde la infancia, en el seno de la familia, decidirá por el interés personal y aceptará el ofrecimiento económico para manipular su información.

El reto que tienen los contadores públicos en un mundo tan globalizado como el actual es ayudar a combatir la corrupción desde su criterio personal. Seguramente si quienes aparecieron en estos papers hubieran recibido una asesoría ética de parte de su consultor, la historia sería distinta.

*Apoyado en ¿Es delito tener una cuenta bancaria en el exterior? de Luis Alberto Penagos y Sobre la ética en el ejercicio profesional del Contador Público de Juan David Maya