Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Édgar Fernando Nieto Sánchez, cerebro creador de la Contaduría General de la Nación – Carlos Sastoque M.


El 23 de julio se cumplen 20 años de la expedición de la Ley 298 de 1996, mediante la cual se creó la Contaduría General de la Nación. Es justo y conveniente que rindamos un homenaje a la memoria del fallecido C. P. Édgar Fernando Nieto Sánchez, quien fue el verdadero cerebro creador y artífice de esta entidad tan fundamental para Colombia.

Édgar, que era bogotano de pura cepa, estudió Contaduría Pública en la Universidad Central de Bogotá y desde sus tiempos de estudiante –cuando siendo yo profesor de dicha universidad, tuve el honor de conocerlo y convertirme en su amigo– se destacó como un brillante líder. Se graduó en 1974 como contador público y posteriormente hizo estudios de posgrado en la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad de los Andes. Siendo muy joven, en 1977 fue nombrado como decano de la Facultad de Contaduría Pública de la Universidad Central y logró elevar el nivel académico de esta facultad a tal grado que la convirtió en la más importante y destacada de su universidad y una de las más reconocidas a nivel nacional. Estuvo al frente de esta facultad hasta 1995.

En 1978 Édgar y yo debutamos en la Junta Central de Contadores como representantes de los contadores públicos titulados y en la primera sesión de esta junta a la que asistimos fue elegido, por unanimidad, como su presidente, convirtiéndose en el más joven que ha tenido nuestro Tribunal Disciplinario. Este período duró de 1978 a 1980 y diez años más adelante (1988 a 1990) volvimos juntos con Édgar a ser integrantes del Tribunal Disciplinario y nuevamente fue elegido, por unanimidad, como su presidente. Allí comenzó a hablarnos de su proyecto de creación de la Contaduría General de la Nación. Édgar era muy amigo del C. P. Enrique Hermoza Ceballos, contador general de Perú y se reunió con él en varias ocasiones para documentarse sobre las experiencias de Enrique en el manejo y desarrollo de la Contaduría General de su país.

Desde la época en que Édgar fue decano de Contaduría Pública de la Universidad Central demostró tener una visión amplia, realista y futurista de lo que debe ser la participación de un contador público en la vida política del país y –aun en contra de muchos otros líderes de nuestra profesión– estableció muy buenas relaciones con importantes figuras políticas colombianas, convencido de que a través de esas relaciones podría conseguir muchas cosas en beneficio de nuestra profesión y del país. Gracias a su participación en política (y a la de otros pocos líderes) fue posible tener en 1990 la Ley 43, reglamentaria de la Contaduría Pública.

El empeño que, desde 1988, le puso Édgar a su proyecto de creación de la Contaduría General de la Nación fue admirable. A pesar de las múltiples dificultades que se le presentaron, de la envidia de otros líderes y de la incredulidad de muchos, nunca desmayó en su propósito de convertir en realidad lo que para la mayoría era apenas un sueño. En 1991 –cuando se reunió la Asamblea Constitucional– hizo contacto con los tres copresidentes de esa Asamblea (Horacio Serpa Uribe, Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolf) para exponerles su proyecto y los convenció de tal manera que en el artículo 354 de la nueva Constitución Política de Colombia quedó establecido que habrá un Contador General de la Nación.

En desarrollo de lo ordenado por la Constitución del 91, el Presidente de la República y su Ministro de Hacienda y Crédito Público dictaron en 1995 el decreto 85 creando la Dirección General de Contabilidad Pública, como entidad dependiente de este Ministerio. Como era lógico, Édgar fue nombrado como contador general de la Nación y a los pocos meses, en el mismo año 1995, dio a conocer el Primer Plan General de Contabilidad Pública, expedido mediante la Resolución 4444. Para garantizar la permanencia y agilizar su funcionamiento, el 23 de julio de 1996 fue promulgada la Ley 298 instituyendo la Contaduría General de la Nación, en reemplazo de la anteriormente denominada Dirección General de Contabilidad Pública, dándole a la nueva entidad autonomía administrativa y financiera y estableciendo que el Contador General de la Nación será nombrado directamente por el Presidente de la República. Édgar estuvo ocupando este cargo hasta comienzos del 2001.

Entre 1995 y 1997 Édgar me invitó varias veces a su oficina y a las conferencias instructivas y congresos de contabilidad pública y, como además fui asesor contable de una importante entidad del Estado, tuve la oportunidad de hacer un profundo y continuo seguimiento al desarrollo y crecimiento de la Contaduría General de la Nación y del Plan General de Contabilidad Pública. Realmente jamás pensé que en un tiempo récord la Contaduría General de Colombia se convirtiera en una de las cinco entidades públicas más exitosas, como lo anota María Cristina Laverde Toscano, esposa de Édgar, en el libro “Édgar Nieto, un proyecto de transparencia” publicado en el 2011; y que también fuera reconocida esta entidad como modelo de Contaduría General para muchos países. Sin embargo, fui testigo presencial de que así fue.

En la época de su desempeño como Contador General de la Nación y en los años siguientes fue invitado a dictar conferencias a todos los países de América y luego de retirarse del cargo, gracias a sus innegables méritos y a su dominio de la contabilidad pública, resultó siendo consultor del Banco Mundial y del Banco Internacional de Desarrollo.

En su liderazco profesional fue presidente de la Academia Colombiana de Contadores Públicos, de la Asociación Colombiana de Facultades de Contaduría Pública y de la Confederación de Facultades de Contaduría Pública de América Latina.

Para terminar este homenaje a la memoria del máximo líder y realizador de proyectos que hemos tenido los contadores públicos colombianos, quiero destacar un aspecto muy humano y especial, que pocos conocen y que ningún colega ha tenido, como lo tuvo Édgar Nieto. En su infancia y adolescencia fue muy aficionado al dibujo. En su madurez hizo una gran amistad con el famoso pintor colombiano Rodrigo Arenas Betancourt y en sus dos últimos años Édgar se convirtió en un gran pintor, dejando un legado de 50 cuadros –como lo escribieron su esposa y su hija Adriana en el libro que ya mencioné– en “lienzos de gran formato y óleos de inmensos colores”.

En el 2011 terminó su vida terrenal, dejando una obra extraordinariamente monumental y útil para las generaciones actuales y futuras de contadores públicos y para la sociedad colombiana. Ahora disfruta de la paz y gloria eterna, a las que muchos aspiramos algún día.

Carlos Sastoque M.

Contador Público; coautor de los libros ‘Iniciación a las NIIF’ y ‘Valor Agregado de la Revisoría Fiscal’.

De igual manera, ha ocupado los siguientes cargos: Asesor del Consejo Técnico de la Contaduría y de la Junta Central de Contadores, miembro de la Junta Central de Contadores, Director Ejecutivo del Colegio de Contadores Públicos de Colombia, Vicepresidente Técnico de la Confederación Iberoamericana de Contadores Públicos; Director Ejecutivo y Secretario General de la Confederación de Asociaciones de Contadores Públicos de Colombia, CONFECOP.

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