Catalina Hoyos Jiménez, Socia Fundadora de Godoy & Hoyos Abogados, afirma que el sistema bancario es la herramienta por excelencia para controlar la evasión e incentivar la formalización. Piensa que se debe luchar contra la corrupción, pues hay que disminuir la percepción que tienen las personas de que pagar impuestos no vale la pena. Además, se deben crear mecanismos eficientes para controlar las fortunas escondidas.
Para la Abogada especialista en Derecho Tributario y Fiscalidad Internacional, Catalina Hoyos Jiménez, las políticas fiscales colombianas no tienen nada de políticas y mucho menos de fiscales. Para la ganadora del premio José Ignacio Márquez de Derecho Económico en 1998, son puras reglas sueltas y completamente desarticuladas, para que unos pocos atiendan las necesidades de caja del Estado. Una visión crítica que compartimos en esta entrevista.
Me parece que todos los espacios de diálogo y reflexión son muy válidos. Esta Comisión tiene una responsabilidad histórica con el desarrollo de políticas fiscales en Colombia y todos tenemos una gran expectativa y muchas esperanzas en sus resultados.
Colombia tiene que atacar muchos frentes para combatir este flagelo. Algunos de ellos son:
Sin duda. Es una manera de decirle a la gente: «vea, si usted es formal, le va a ir muy mal y sus utilidades se van a quedar en el pago de impuestos, si es que le alcanzan». Y si a esto agregamos las otras políticas que se crearon paralelamente, el resultado es mucho peor. Cómo explicarle a una pequeña o mediana empresa que además de estar sujeta a retenciones que exceden su rentabilidad, a un ICA sobre ingresos brutos que nada tienen que ver con su renta, a un GMF que grava simples movimientos de recursos y a otros tributos abominables con los que contamos, no va a poder compensar saldos a favor existentes y reales con los nuevos tributos creados (Impuesto a la Riqueza y sobretasa CREE) y que además puede estar sujeta a anticipos del 100% de impuestos que no se han causado, además de las retenciones?
Cómo hacerle entender que para pedir la devolución de los saldos a favor va a tener que obtener una cita en uno o dos años – con suerte – para que le devuelvan unos recursos sin ningún interés y después de trámites tortuosos? Esas normas tienen un mensaje claro: ¡empresas y empresarios, no se formalicen porque les sale carísimo! Sigan en la informalidad y por ello continúe evadiendo que así les va mejor.
Aquí las políticas fiscales no tienen nada de políticas y mucho menos de fiscales. Son puras reglas sueltas y completamente desarticuladas para que unos pocos atiendan las necesidades de caja del Estado. Es deplorable nuestra situación.
Debe cambiarse; pero para hacerlo, el Estado también debe asumir su responsabilidad. Los contribuyentes deben cumplir la ley, pero ésta también tiene que cumplirles a ellos. Aquí, ninguno está cumpliendo y mientras ninguno cumpla será muy difícil lograr consenso sobre el hecho de que una sociedad democrática y civilizada debe considerar la evasión como un delito.
Creo que antes que pensar en incrementar el IVA, debemos pensar en reestructurarlo y reconducirlo al diseño que le es propio. Obviamente, esto pasa por taponar la cantidad de exoneraciones que se encuentran en la legislación y que no tienen justificación alguna, además de incluir en el hecho gravado, operaciones que debería gravar el impuesto pero que en Colombia quedan por fuera de su ámbito.
Yo recuerdo que en un estudio se evidenció que en los años 90 Colombia habría podido generalizar una tarifa del 4.4% sobre todos los bienes y servicios, sin excepción, y que con ello habría recaudado lo mismo que con una tarifa general del 16% pero llena de huecos provenientes de exenciones y exclusiones. Deberíamos partir de ese ejercicio. Creo que además deberíamos pensar en gravar todas las importaciones de servicios y en gravar los intangibles, entre otras operaciones que hoy se encuentran por fuera del ámbito de sujeción del tributo.
Ese es un gran dilema porque los “ricos” son quienes en mayor medida perciben rentas de capital y las rentas de capital se benefician de la globalización. En otras palabras, sus titulares pueden escoger jurisdicciones, reglas de juego, estructuras, pagar asesores tributarios costosos. Las rentas de trabajo, más propias de la clase media, son estáticas y es muy difícil que sus perceptores evadan impuestos por esta vía (salvo obviamente quienes las obtengan de la informalidad).
Es ahí donde medidas como la normalización, el intercambio de información con otros países y el fortalecimiento de los aparatos de fiscalización se vuelven tan importantes. Pero también la competitividad del país viene a ser un factor fundamental en todo este juego: hay que crear las condiciones para que los capitales se queden aquí, no se vayan y, por ello, le representen más impuestos al país. La seguridad, no solo física, sino también jurídica, entran a jugar un papel importante.